domingo, 14 de junio de 2015

Escalando con Dani..


¡Qué ganas de salir del curro! Y hoy directo a la sierra.¡Qué ganas de escalar! Después de este largo invierno, ¡ya era hora! El rocódromo me gusta, ver a la gente y eso, pero nada en comparación con escalar en la roca. Una ducha y cojo la mochila y el crash pad y ¡listo! A ver si Dani no tarda mucho y no se nos hace de noche, que las rutas con frontal molan pero... ¡con tanto peso es una putada!

Gayumbos, calcetines, un par de camisetas, los gatos, y el saco, ¡qué no se me olvide el saco!, que aunque por el día hace sol, las noches de abril todavía son frías, ¡ah! Y el frontal, que sino seguro que me escoño por ahí. Y para comer que llevo, voy a ver que tiene mamá en la despensa... Unas latas de atún, un paquete de chorizo, queso, pan de molde, unos plátanos ¡ah! frutos secos, para que no nos de el bajón. ¡umm! Una botellita de vino, venga para la mochila que para cenar seguro que nos viene bien.

Ya está, me voy para el roco y le espero allí que ya son casi las seis. Todavía no me ha dado un toque pero me dijo que sobre las cinco saldría del curro, así que tiene que estar al llamar. Espero que no tarde mucho.

  • Lucas, ¿qué pasa tío? Has esperado mucho.
  • No te preocupes, si he estado charlando con estos.
  • Pues venga sube a la furgo que son ya las seis y media que al final me han liado en el curro y se nos va a hacer de noche.

Tardamos en llegar una hora y media, el viaje es tranquilo, debido a nuestros trabajos, el suyo en una empresa de telecomunicaciones y el mio en un hospital, ambos tenemos turnos que nos dejan días libres entre semana y nos permiten ir al campo cuando menos gente hay. Pillamos un poco de tráfico a la salida de la ciudad pero pronto la carretera se queda casi vacía. Dani ha puesto la radio y ambos disfrutamos de la música, incluso canturreamos alguna de las canciones. No hablamos mucho, los dos somos bastante callados, los montañeros tenemos fama de taciturnos y soñadores, no lo sé, simplemente si no tienes nada que decir, mejor cerrar la boca.

  • Ya estamos aquí.
  • ¡Aire puro! Que ganas de salir de la puta ciudad.
  • Venga que te ayudo. Ponte la mochila por delante y el crash pad por detrás.
  • Gracias. ¿Y la garrafa de agua?
  • No te preocupes, ya la llevo yo.

Hemos dejado la furgoneta aparcada a la entrada del parque natural, tenemos por lo menos nueve kilómetros por delante primero de subida, luego de bajada y por último vuelta a subir hasta llegar a los bloques. Espero que la roca esté bien, esta semana a llovido un poco pero con el sol de los últimos días espero se haya secado.
  • ¡Estoy hasta los cojones del crash pad!
  • ¡Cómo pesa el cabrón!
  • Pero a ver que hacemos sin ellos.
  • Si, los necesitamos para no rompernos la crisma cuando nos falla un agarre.
  • Sino es por ellos ya nos habríamos roto más de un hueso.
  • Tienes razón, la verdad es que estas colchonetas te salvan de buenas hostias.
  • De todas formas ya estamos llegando. Por ahí sale la ruta hacia los bloques.
  • ¿Paramos un poco y cogemos aire?
  • Venga y aprovechamos y sacamos los frontales que ahora nos metemos entre los árboles y cada vez se ve menos.

Llegamos a la zona de bloques, Dani sabe donde hay un refugio natural en esta zona, yo he venido un par de veces pero siempre a pasar el día. Él lleva escalando más tiempo que yo y se conoce la zona como la palma de su mano. Es la primera vez que me quedo a dormir aquí arriba. Me sorprende al verlo. Yo me imaginaba una cabañita, pero no, es simplemente un saliente en la roca de dos por dos y poco más de un metro de alto. ¡Todo un lujo! Bueno, es lo que hay, después del madrugón para ir a currar y la caminata cualquier sitio me vale para dejarme caer.
  • Suelta las cosas por aquí. Vamos a poner los crash pad junto a la roca y a sacar algo de cenar.
  • Perfecto, ¡qué tengo un hambre que me muero!
  • ¡Ah! ¡Qué gusto soltar el peso!
  • Si, ahora parece que floto. Cuando te lo cargas no parece tanto, pero después de unos kilómetros...

Cenamos y nos colocamos bajo la roca. Los crash pad no son muy largos, pero la verdad es que es una gozada poderse tumbar en algo blandito. Ha refrescado así que agradezco meterme en el saco. Dani también se mete, pero parece que a él el frío no le afecta. ¡se ha quitado la ropa! Yo no soy tan valiente, paso de quedarme en gayumbos, ¡qué hace un frio que pela! Me cuesta dormir, el silencio de la noche está lleno de ruidos, se oyen animales por todos lados. ¡Menos mal que Dani me ha dejado el lado pegado a la pared!

¡MIERDA! ¡QUÉ PASA! ¡Estoy helado! ¡qué frio!, ¿dónde está el frontal?, ¡estoy empapado! Me muevo, el saco, mi ropa, ¡todo está empapado! Enciendo el frontal, con la luz Dani se despierta.
  • ¿Qué pasa tío?
  • No lo sé. ¡Estoy empapado!
  • Ha debido llover. Mira, alumbra hacia arriba. -Salgo del saco como puedo, intentando no pegarme en la cabeza con la roca, tengo toda la ropa mojada-.
  • La roca chorrea por esa grieta. ¡Joder! Y ahora, ¿qué hago?
  • No te preocupes, anda quítate la ropa mojada y métete en el saco conmigo.
  • No se, tío, espera que busque algo de ropa seca.
  • No te preocupes, que así es mejor, entrarás antes en calor, ¡qué estas tiritando! -No muy convencido me quito la ropa y me meto en el saco, es verdad se está muy calentito-
  • Venga, vale.
  • Un poco justos pero cabemos, ponte de lado, ¡estas helado!

Estamos muy pegados, noto su pecho en mi espalda, pero la verdad es que es agradable sentir su calor, ¡si que estaba helado! Me relajo y el sueño me envuelve, pero antes de perder por completo la conciencia noto como su paquete crece contra mi. No se si es el sueño o lo agustito que estoy pero no le doy importancia y me dejo llevar por Morfeo.
  • Vamos arriba que ha salido el sol.
  • ¡Mmmm! ¿Qué hora es?
  • No tengo reloj, pero ya hace bastante que amaneció.
  • ¿Podremos escalar?
  • Si, lo de ayer debió de ser un chaparrón, la roca está seca.

Desayunamos algo de fruta y en un momento nos ponemos a escalar. Los gatos nuevos son una gozada, hacen que mis pies se adhieran a la roca mucho mejor que los viejos, los que uso en el roco.
Dani me enseña cada paso y consigo llegar a lo más alto en varias ocasiones, pero estoy muerto, tengo las manos despellejadas y resecas del magnesio. ¡Ya no puedo más! Me siento y le observo, no es mucho más grande que yo, está muy delgado, no tiene ni un gramo de grasa pero todos sus músculos se marcan a través de su piel morena. Nos parecemos mucho, incluso en ocasiones han pensado que eramos hermanos. Pero el está más definido, se nota que lleva media vida escalando y su piel es más oscura que la mía, los días en el campo le han curtido, yo soy más blanquito, tengo que tener cuidado y echarme crema.

Estoy mirando sus piernas, menudos muslos tiene, son dignos de ver, me quedo embobado, hasta que con un grito se deja caer.
  • ¡Ahh! Mierda, hasta que no me salga este no paro.
  • Venga tío, inténtalo otra vez y luego comemos.
  • Vale, pero de aquí no me voy hasta que no suba.

Después de comer escalamos un rato más y antes de que se vaya el sol bajamos hasta el rio para darnos un chapuzón y quitarnos el sudor y el magnesio que a estas alturas nos impregna medio cuerpo. Nos secamos con los últimos rayos del sol y cuando se esconde tras las montañas nos abrigamos y subimos al refugio a cenar. Escalar todo el día me ha dejado roto, pero la verdad es que ha sido genial, me encanta el Boulder, es una modalidad de escalada que te permite entrenar todo el año, se puede hacer en rocodromo pero lo mejor es salir al campo, la naturaleza, la roca...
  • Mira lo que he traído para acompañar la cena. -Saco la botella de tinto de mi mochila-
  • Menudo cabrón que estás hecho.
  • Toma la suiza y ábrela.
  • Puff, tío, que fuerte está.
  • Es peleón el cabrón.

Después de cenar jugamos un rato a las cartas, y acabamos la botella de vino entre los dos. Nos echamos unas risas, ¡me lo estoy pasando genial!, no se si es el vinillo, pero todo lo que dice Dani me hace gracia.
  • Lucas has mirado como está tu saco.
  • Mierda, se me olvidó, con las ganas de escalar esta mañana lo he dejado hecho una bola junto a la pared.
  • ¡Puff! Pues seguro que no se te ha secado.
  • Mierda, tienes razón. ¿Y ahora que hacemos tío?
  • Yo, que sé. Tendremos que dormir otra vez en el mismo saco.
  • Tú lo que quieres es volver a dormir conmigo.
  • ¡Pero qué dices tío! -No lo había pensado, pero menos mal que no hay mucha luz porque seguro que estoy rojo como un tomate.

Nos quitamos la ropa dejando solo los gayumbos, y nos metemos en el saco. De nuevo estamos pegados, piel con piel. Pero esta vez espalda con espalda. Cierro los ojos y me vienen imágenes del día, la roca, Dani escalando, sus músculos... Se da la vuelta y me abraza, no se por que, pero me gusta. Nunca había pensado que esta situación podría agradarme, las pocas veces que he ligado ha sido con tías. No es que ligar sea una de mis prioridades, entre el curro y el roco no tengo mucho tiempo...

¡Qué hace! Se pega más a mí y noto como su polla se clava en mi culo a través de la tela. Sus ásperas manos acarician mi costado, bajan hasta mis gayumbos y tiran. ¡¿Qué hace?! Estoy flipando, quiero decir algo pero no me salen las palabras. Su mano se adelanta y me coge la polla, joder, pero si estoy todo empalmado, la aprieta, y comienza a hacerme una paja. Dios, no puedo pensar, pero esto... esto es espectacular, como siga así me voy a correr.

No se si será el vino, saber que estamos aquí los dos solos o ¿qué? Pero me dejo llevar. Con la otra mano sigue abrazándome lleva sus dedos a mi boca, yo los chupo en un acto reflejo, ¿por qué? Los saca y me quedo desconcertado hasta que noto que acaricia mis nalgas, pero se va acercando más al centro... ¡No! ¡Eso si qué no!... Pero siguen sin salirme las palabras... estoy muy cachondo y en el fondo estoy disfrutando. Sus manos son fuertes y sus dedos anchos a causa de la escalada. Uno de ellos intenta entrar en mi agujero... Duele un poco, pero la paja que me está haciendo se lleva toda mi atención. Está dentro, lo mueve muy despacio... ¡Mmm! Es raro, pero me gusta... Mete otro y lo hace girar en mi interior. Los saca, me siento vacío, pero eso dura poco. ¡No! Esta intentando meter su polla. No va a entrar. Es imposible. ¡Duele!
  • Para... -Es lo único que soy capaz de decir-.

No dice nada, pero se queda quieto, no se cuanto a logrado meter, pero yo me siento lleno, creo que me va a partir en dos. Con un brazo me rodea el cuerpo, con la otra mano sigue pajeandome, estoy atrapado contra el saco, la cabeza de mi polla esta rozando contra la tela. Comienza a presionar de nuevo muy despacio, hasta que noto como sus huevos se pegan a mi. Creo que no voy a aguantar, seguro que estoy sangrando, el dolor es casi insoportable. Pero se para, se que va a continuar, me lo ha demostrado escalando, cuando se fija un objetivo no se rinde. Así que intento relajarme y déjame hacer. Pese al dolor estoy disfrutando, no ha dejado de pajearme en todo este rato.
  • ¡Ahh! -Sale de su boca justo cuando consigue clavármela entera-.

Yo no digo nada, el dolor me paraliza, comienza a moverse muy despacio, hacia afuera, hasta que casi la saca por completo y de nuevo la mete hasta el fondo, varias veces, lentamente, es raro, muy raro, me duele un poco menos, pero a la vez siento algo que me hace estremecer, acelera... Al igual que el ritmo de su respiración, que noto justo en mi nuca, eso me pone aun más caliente... ¡joder me va a partir en dos! Pero... ¡umm! La punta de su polla esta tocando... ¡ahhh! No se donde estará tocando. Su mano libre acaricia mi pecho. Lo presiona con fuerza, pero con sus ágiles dedos encuentra uno de mis pezones, lo pellizca y tira de él, lo siento tan duro como mi polla.



Esto está siendo brutal, excitante, animal, pero en la vida había disfrutado tanto... Más rápido, sus caderas chocan contra mi culo y yo contra la tela del saco. Aún más rápido, me pajea siguiendo el mismo ritmo, aprieta mi polla entre sus dedos y noto como me inunda por dentro, caliente, húmedo, el dolor ya no es tan fuerte y sus últimas estocadas me llevan a un estado... ¡ME CORRO! Descargo toda mi lefa por el saco.

Sale de mi lentamente y me abraza, yo no se que pensar. En el fondo me ha gustado, me ha gustado mucho, nunca antes había sentido nada así. ¡Ha sido increíble! Me abraza fuertemente y su respiración se tranquiliza. Se ha dormido... ¡No me lo puedo creer! Pero con todos los esfuerzos de hoy rápidamente a mi también me llama el sueño y me quedo frito.

Al día siguiente cuando me despierto no está, miro cerca del refugio, pero no le veo. Decido desayunar un poco después de echar un meo, algo un poco complicado porque me he levantado con la tienda de campaña puesta. Cuando estoy terminado de desayunar oigo un jadeo... ¡puff! Me recuerda a anoche. ¡ANOCHE! No quiero ni pensarlo, voy hacia allí y está escalando. Me pongo los gatos y yo también le doy varios pegues a la roca.

Después de comer recogemos las cosas y volvemos a la furgoneta, rumbo a casa. Hacemos el viaje en silencio, demasiadas cosas en que pensar...



Han pasado un par de semanas desde que Dani y yo pasamos aquellos extraños días en la montaña. La verdad es que no hubo nada extraño, más que dos colegas compartiendo unos días libres en la sierra, haciendo lo que más les gusta hacer escalar… pero la última noche… nunca podré olvidar la última noche… ¡Deje que Dani me follara! No sé si fue el saber que estábamos los dos solos, todo lo que estábamos compartiendo o el vinillo que nos tomamos en la cena, pero nunca pensé que yo iba a hacer algo así… y menos aún que lo iba a disfrutar tanto.

He intentado no darle muchas vueltas, lo pasado, pasado está, y la verdad es que a la mañana siguiente ninguno de los dos dijo nada. No quiero hacer de esto un mundo, he intentado olvidarlo, pero cada noche me despierto cachondo perdido, repitiendo una y otra vez aquel momento. No hemos hablado desde entonces, no he vuelto a ir al roco, me he puesto mil escusas baratas, sobre todo el trabajo, que la verdad es que me está jodiendo la baja de Raquel, estoy echando más horas que un tonto. Pero hoy libro, así que vamos a ver si le damos unos pegues a la roca que al final voy a perder la forma.

-          ¿Qué pasa Lucas? –Me saluda Toni al entrar-

-          Nada aquí a ver si entreno un poco.

-          ¿Qué ya no te vemos el pelo?

-          El curro, que me tienen explotado.

-          Y que con el buen tiempo uno prefiere la  roca. –Le habrá dicho Dani algo, mierda, que situación-.

-          Si tío. –Opto por dar una respuesta corta, no vaya a ser que la lie-.

-          Ya me dijo Dani que eres un máquina en la sierra, que has progresado mucho. –Mierda han estado hablando de mí. ¿Le  habrá contado algo más?

-          Bueno tío, voy a ponerme los gatos. –Seguro que me estoy poniendo rojo, voy para dentro que al final se va a dar cuenta-.

-          Hasta luego tío.


Me pongo los gatos y estiro un poco. Voy hasta el fondo del roco y no puedo evitar una punzada de desilusión cuando veo que Dani no está dentro. No sé qué esperaba, ¿qué me estuviera esperando?, ¿qué se tirara a mis brazos? ¡Deja ya de hacerte pajas mentales! Lo que pasó, pasó. Me hecho bien de magnesio en las manos para no resbalarme al coger las presas y empiezo a trepar. Estoy como un toro pese a los días sin hacer nada. Necesito desfogar toda esta energía que llevo dentro. La gente se arremolina cerca para verme subir, yo estoy a lo mío. No puedo pensar, solo concentrarme en agarrar la siguiente presa.

Me falla una mano y caigo sobre las colchonetas, en el suelo entre las piernas de los que me están mirando veo sus muslos,  son inconfundibles, incluso en reposo marcan cada uno de sus músculos. Me levanto y le observo, ajeno a la gente que me rodea. Está en la entrada, ya con los gatos puestos, charlando con gente que conozco de vista. Su mano se apoya en una presa parece que en cualquier momento va a subir.

-          Lucas, ¿estás bien? – Me pregunta Juan, que está junto a mí, y al que no había reconocido hasta el momento-.

-          Si, si. –Consigo balbucear mientras inconscientemente me llevo la mano a  los dedos que me he raspado en la caída-.

No quiero seguir hablando. No puedo, su imagen ha roto todos los esquemas que me había creado para no bloquearme en esta situación, ¡mierda! Parezco un adolescente. Disimulo y vuelvo a encaramarme a la pared. Pero ya no estoy concentrado, así que me caigo constantemente. Decido salir a tomar el fresco un rato. Al pasar por la entrada saludo a los chicos que están animando a Dani, está totalmente colgado del techo. En horizontal, todos sus músculos se marcar. Nuestras miradas se cruzan y me sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa y sigo caminando. No me paro, porque no sé qué decirle. ¡Qué sonrisa! Sus dientes son perfectos. Y sus ojos, ¡qué ojos! Verdes, pero de un verde intenso, definido, ¡perfecto! No como los míos, marrones, de lo más normal.


Los gatos me están matando, me pongo las deportivas y salgo a la calle, fuera están los de siempre con unas latas de cerveza en la mano. Los saludo y me voy al chino de la esquina a pillarme una también.  Nos echamos unas risas mientras nos pasamos un porrito de uno a otro. Sale Dani riéndose con Juan. ¿Estarán hablando de mí? ¡Ya empiezo con la paranoilla de la marihuana! Si es que no se para que fumo con lo mal que me sienta.

Se unen al grupo, proponen salir la semana que viene tres días a una nueva zona que han descubierto esta temporada. Está un poco lejos pero merece la pena. Todos se muestran entusiasmados pero como es entre semana al final el único que se apunta soy yo. Tendré que pedir un día libre, pero con lo que he currado no me lo pueden negar.

Me despido, que mañana tengo que madrugar y al final entre los porros y las latas, que han caído una detrás de otra voy contentillo para casa. ¡No me lo puedo creer! De nuevo en la naturaleza con Dani. No te hagas pajas mentales que no vamos solos, que esta vez se apunta Juan, vamos que es él quien lo organiza, que está de vacaciones, y somos los únicos pirgaos que no libramos los findes, así que con quién iba a ir. No creo que pase nada yendo los tres. Al menos espero poder hablar con él y aclarar un poco las cosas. El hacer como que no ha pasado nada no va conmigo, hay que apechugar con lo que cada uno hace.

¡Por fin! Ha llegado el día. Lucas, tranquilízate que pareces una quinceañera. Prepara las cosas y que no se te olvide nada. Vamos en la furgo de Dani, primero recogerá a Juan y luego pasarán a por mí. Estoy sentado en el sofá fumándome un cigarro, acabo de apagar uno, pero estoy de los nervios. ¡Relájate! Suena el móvil, ya están abajo. Cojo las cosas y hago un último repaso mental para que no se me olvide nada. En el último momento voy a la despensa y cojo una botella de vino…

-          ¿Qué pasa tío? – Me tiende la mano a modo de saludo al entrar en la furgoneta-.

-          Hasta los cojones del curro. –Se la estrecho, su mano es áspera, al igual que la mía, la aprieta con fuerza, y creo que tardamos más de lo normal en soltarnos-.

Saludo a Juan con la cabeza, está hablando por teléfono, y por la cara que tiene parece algo serio. Nos quedamos en silencio hasta que cuelga.

-          Tíos, lo siento, pero no puedo ir.

-          ¿Y eso?

-          Mi madre, que me acaba de llamar que está mi abuela en el hospital. Es muy mayor y está malita. No me quedaría tranquilo estando en el monte sin cobertura.

-          No pasa nada tío. Otra vez será. –Me apresuro a decir mientras golpeo suavemente su hombro-.

-          ¿Te acerco a algún sitio? –Dice Dani-

-          ¿Si no te importa llevarme al hospital?

-          Claro, tío.

Dejamos a Juan en la puerta del hospital, pobre, va con la mochila a cuestas. El crash pad nos lo llevamos, ya se lo devolveremos a la vuelta.  Se le ve muy preocupado. Yo me bajo y me siento de copiloto. No tiene ningún sentido que me quede en la parte de atrás.

-          ¿Vamos? –Dice Dani mientras me da una palmada en la rodilla y deja su mano apoyada unos segundos.

-          Claro. –Balbuceo concentrado en la sensación de su áspera piel en mi pierna-.

-          Pobre Juan, con las ganas que tenía de llevarnos a ese nuevo rinconcito que ha encontrado por internet.

El viaje transcurre en silencio, como siempre, escuchando la música, pero esta vez ninguno de los dos canturrea, se nota la tensión. Yo no sé qué pensar. Le miro de vez en cuando de reojo. Más de una vez intento decir algo. Pero no me salen las palabras. Su perfil me tiene embobado, tiene el pelo un poco largo, despeinado, y una nariz pequeña, respingona, que suaviza sus rasgos, no le pega mucho, le hace una cara graciosa, de buena persona. También tiene un poco de barba, de varios días, pero poco poblada. Yo no llevo barba y el pelo lo tengo cortito, es mucho más cómodo.

-          ¡Mierda! No tengo ni puta idea de donde estamos. –Dice al pararse en una cuneta-

-          Espera que miro en el móvil a ver si con el google maps nos encontramos.

-          A ver si hay cobertura, porque estamos en el culo del mundo.

-          Mira aquí estamos, ¿cómo dices que se llama el pueblo de donde sale el desvió?

-          Espera, que miro el wathsapp que no me acuerdo. –Saca el teléfono y me enseña una conversación con Juan-.

-          Estamos a unos diez kilómetros, ¡ya estamos cerca!

-          A ver, pero nos hemos pasado, voy a intentar dar la vuelta.

Es de noche, aunque se nota que los días son más largos estamos solo en mayo y pronto se mete el sol. Más aquí con los picos tan altos que nos rodean. Cuando entramos en el camino de tierra que llega hasta la zona de escalada vemos como en el horizonte se dibujan sus siluetas. Para el motor. Estamos en una zona arbolada, no se ve más allá. Al bajar se escucha un rio.

-          ¡Ya estamos aquí! – Grita mientras baja de la furgo y da unos saltitos para estirar las piernas.

-          ¡Qué ganas tenía! –Digo con demasiado entusiasmo- ¡Aire puro! - Me apresuro a decir para no dar a entender… ¿qué? Pero si no se ni lo que quiero—

Cenamos a la luz del camping gas, esta vez hemos venido más preparados, como la zona de escalada tiene fácil acceso hemos traído de todo. Saco la botella de vino y al cogerla, Dani me sonríe. Espero que este recordando la última vez, nuestros dedos se roza, y noto como un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Comemos con hambre, el viaje ha sido más largo de lo esperado, y más los últimos kilómetros que andábamos perdidos. Recogemos y vamos a la furgoneta, sacamos el material y lo dejamos en los asientos. Dormiremos en la parte de atrás. El  suelo está cubierto por aislantes mullidos,  de esos de hacer Pilates ¡Qué cabrón! A cuantas tías se habrá trajinado aquí ¿o serán tíos? Me pongo nervios, no quiero ni pensarlo.

Voy a echar un meo antes de dormir. Cuando vuelvo está tumbado, en camiseta y gayumbos, ha dejado el saco abierto. Extiendo el mío y me quito los pantalones. Nos quedamos los dos mirando al techo con la luz apagada. El reflejo de la luna entra a través de los cristales. No me puedo dormir, el sonido del agua se escucha cerca, y suenan animales a lo lejos. Esta situación es muy rara… Me muevo a ver si encuentro postura. Mi pierna roza la suya. La dejo ahí, no sé qué espero que pase, pero pasa… siento su mano en rodilla. Sube por mi muslo acariciándolo, mi polla pega un respingo, ese leve contacto me ha puesto a mil. Se me escapa un jadeo. -¡ahh!-  No puedo evitarlo.

Su mano avanza hasta llegar a mis calzoncillos, me acaricia la polla por encima de la tela. Estoy inmóvil, de nuevo paralizado, pero esta vez no puedo echarle la culpa al saco. Soy libre de moverme y no lo hago. Siento como expulso las primeras gotas que mojan la tela. Sigue subiendo, acaricia mi abdomen,  recorre con un dedo las formas que hacen mis músculos.  Juega con los pelillos de mi pecho y al pasar por el cuello me recorre un escalofrío. Está más cerca de mí. Noto su cálido aliento, huele a tabaco y vino, pero no me desagrada. Sus labios se acercan y se encuentran con los míos. Comienza a besarme, torpemente le respondo. ¡Me está besando! ¡Me está besando un hombre! ¡Me está besando Dani! Su lengua penetra en mi boca. Siento como explora, la mía contraataca y las dos se enzarzan, primero tímidamente y luego con fuerza. Su barba me roza la piel de la cara, es una sensación extraña, pero agradable. Se mueve, está sobre mí, coge mis manos y las pone por encima de mi cabeza, siento como su polla crece contra mi cadera. Se restriega con mi cuerpo.

¡No me lo puedo creer!  No hemos hablado nada, me hubiera gustado aclarar las cosas, pero mi anatomía responde ante cada uno de sus roces. Ahora besa mi cuello, lo lame y llega hasta mi oreja.

-          Te he echado de menos. -Me dice en un susurro y yo me derrito-

-          ¡Ahh! –Jadeo, es lo único que puedo decir-.

Sigue bajando, ahora está en mi pecho,  mis manos están atrapadas por el fuerte agarre de una de las suyas sobre mi cabeza, no puedo moverme, ¡No quiero moverme! Con su lengua lame uno de mis pezones y sus dientes lo muerden suavemente, con la mano libre pellizca el otro ¡Qué sensación! Un impulso eléctrico que sale directamente desde ese punto, recorre mi cuerpo hasta llegar a la polla que ahora llora un liquidillo visco empapando mis gayumbos. Su lengua sigue el camino hasta mi ombligo. Sigue bajando, me besa recorriendo la goma de los calzoncillos, la punta de mi polla se escapa por arriba, la tela no puede contener mi erección, ¡creo que voy a correrme! Pasa su lengua por la zona que se escapa y yo grito -¡ahh!- Suelta mis manos y tira de los gayumbos, muevo mis piernas para sacármelos por los pies. Coge una de ellas y me besa la cara interior del muslo. Despacio, recorriendo cada centímetro de piel, es desesperante. Mi polla grita por atención, ¡voy a explotar! Y prácticamente ni la ha rozado. Entierra su cabeza entre mis piernas, aspira el olor, es una cerdada… pero ¡me pone a mil! Restriega su cara por mi polla y mis huevos, lame, huele, chupa cada parte. Sus manos están en mis caderas y yo bajo una de las mías. La pongo sobre su cabeza, sin apretar, no quiero obligarle a nada, pero vamos, él solito lo está haciendo todo. Se mueve y la devuelve a su sitio. Es raro, pero no me importa. Estoy disfrutando y encima no quiere que haga nada.

Lame uno de mis huevos, se lo mete en la boca, ¡es increíble! Ahora recorre toda la longitud de mi polla con su lengua y se la mete entera, de una vez  -¡ahhrggg!-  No es que tenga un pollón, pero no estoy mal dotado, es bastante ancha y por lo menos de diecisiete centímetros, aunque estoy tan cachondo que creo que ha crecido. Me come la polla como nadie lo ha hecho antes, alguna tía lo ha intentado pero se veía que no disfrutaba. Por el contrario él se está luciendo, se ve que le gusta.

Suelta mi polla, y yo protesto un poco, -¡ummm!- pero vuelve a lamerme los  huevos, baja, masajea con su lengua el espacio que los separan de mi culo, me besa y llega hasta el agujero. Un escalofrió me recorre mientras recuerdo el dolor de la última vez, ¡la primera vez! Pero estoy demasiado cachondo para detener esto. Sus labios humedecen toda la zona. Tengo las piernas dobladas y el agarra mis caderas fuertemente asiéndome para que no me mueva. Aun así, mi pelvis se balancea de arriba abajo siguiendo  su movimiento. Suelta el agarre de una de sus manos y con ella acaricia mi polla, -¡Nooo!- Logro decir, como la toque voy a correrme, sigue bajando y se une a su boca.  Comienzo a notar presión y uno de sus dedos se introduce en mí.

Esta vez no me duele, es una sensación extraña pero no de dolor. Entra y sale muy despacio y cuando llega al final hace círculos, ¡es increíble! Ahora mete otro dedo y repite la operación. No me lo puedo creer, mi cuerpo le acepta como si ese fuera su lugar. Introduce un tercer dedo y noto como mi piel se estira, ahora si siento una pequeña punzada de dolor, pero va desapareciendo cuando comienza a mover los tres dentro de mí. Los saca, me siento vacío, se incorpora y se quita los calzoncillos.

Me mira y yo siento un poco de vergüenza. El verde de sus ojos brilla con la luz de la luna.  Es la primera vez que nos miramos fijamente desde que hemos empezado, se acerca a mí me besa, de nuevo siento el roce de su barba. Se tumba sobre mí y sigue sujetando mis manos por encima de mi cabeza, fuertemente y con la otra mano levanta una de mis piernas quedando entre las dos. Nuestras pollas están juntas y aprieta sus caderas contra las mías.

-          ¿Estás preparado? –Me dice mirándome a los ojos-.

-          Siii… -Digo malamente, porque no sé si lo estoy, pero de lo que estoy seguro es de que le quiero dentro de mí-.

-          Siento si te hice daño la otra vez, no sé qué me paso… el vino… yo que sé.

-          ¡Ahhh! –Atino a decir, porque todo me cerebro está concentrado en el movimiento de su cadera.

-          Esta vez, voy a ir despacio y vas a disfrutar desde el principio.

Me ha gustado que se disculpara, pero la verdad yo tengo parte de culpa, porque en ningún momento me quejé. Dejo de pensar, se ha incorporado y con la poca luz que entra por el cristal puedo ver su polla. ¡Es enorme! No me extraña que la otra vez sintiera que me partía por la mitad. No sé lo que medirá, pero seguro que más de veinte centímetros y es muy ancha. Sin soltarme las manos, coloca mis pies sobre sus hombros y se ayuda con la mano libre para posicionar la punta de su polla en mi entrada. Noto la presión, introduce su capullo y noto una ráfaga de dolor, que se refleja en mi cara. Me acaricia y me besa y yo me relajo. La presión continua, suavemente va entrando. De vez en cuando se detiene y me besa de nuevo. Hasta que noto como sus huevos chocan contra mi culo. ¡Es increíble! Cómo puede haber entrado todo eso dentro de mí. Espera unos segundos y comienza a moverse, primero despacio, pero va incrementado el ritmo. Su polla parece crecer dentro de mí. Yo me muerdo el labio para soportar el dolor que estoy sintiendo. No es tanto como la primera vez, pero aun así, sigo notando que me voy a partir en dos. No puedo moverme aunque quisiera sus fuertes brazos sujetan mis manos y su cuerpo apresa el mío. Le siento muy dentro, mucho más que la otra vez, pero de nuevo comienza a estimular algo dentro, muy dentro. Noto como esta zona está conectada directamente con mi polla, que estaba un poco pachucha debido al dolor, pega un respingo quedando atrapada entre nuestros cuerpos.  Se roza con mi abdomen y el suyo. Esto me pone a mil.

Sus embestidas cada vez son más fuertes y más profundas, noto su aliento junto a mi oído, su respiración está muy alterada, creo que se va a correr de un momento a otro. Pero para, ¿qué pasa?, ¿no le gusta? Me agarra por los hombros y nos gira. Ahora estoy sobre él. Me incorporo. Todavía tengo su polla dentro de mí. Me recoloco para que no se salga. Agarra fuertemente mis caderas y me dice.

-          Quiero que me cabalgues. – Lo dice muy serio, autoritario-.

-          Siii. –No sé qué decir, me impacta su tono, pero a la vez me pone muy cachondo.

-          Muévete. –Le obedezco, y comienzo a balancear mis caderas-.

Me coge de los glúteos y marca el ritmo, estaré yo encima pero sigue siendo él quien dirige. Estoy disfrutando tanto que me da igual. Nunca pensé que algo así sucedería. Cada vez vamos más rápido, y aunque el marca el tiempo yo controlo la profundidad de la penetración. Esto hace que me sienta más cómodo y el placer sea mucho más intenso. Sus dedos se tensan y me clava las uñas en la piel, levanta sus caderas y noto como mi interior se inunda, uno, dos, tres trallazos golpean fuertemente mi intestino.  ¡Increibleeee! Me dejo llevar y mientras me pajea yo también me corro sobre él. Toda mi leche cae en su pecho y en su cara. Me derrumbo.  Me abraza y me besa. Salé de mí yo protesto. Me siento vacío.

Estoy junto a él, entre sus brazos, nos arropa a ambos con uno de los sacos. Y siento como el sueño puede conmigo…

unaxgarcia



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