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martes, 15 de agosto de 2017

Vamos a la playa.. ☀







Esta historia que voy a contar a continuación sucedió hace cerca de tres años, cuando tenía 18 y estaba más caliente que el palo de un churrero:

Era el mes de agosto y yo estaba veraneando en una playa de Huelva con mi familia. Cada día iba a la playa y me deleitaba viendo esos pedazos de cuerpos en bañador que se suelen ver en verano. Me ponía con mi toalla cerca de la orilla para fijarme bien en los paquetes de los tíos cuando salían del agua con los bañadores bien pegados a sus largas pollas y a sus gordos huevazos. Había algunos que llevaban unos speedo tan pequeños y paqueteros que no le cubrían nada: por arriba le salían todos los pelos púbicos y por abajo se les veía parte de los cojones. Yo me ponía mis gafas de sol para disimular mis miradas, para que no vieran que les miraba el paquete. Por cierto, casi siempre estaba tumbado boca abajo para que no se me notara lo empalmado que estaba. Muchos días estaba tan caliente que me metía en el mar a cascarme una paja, porque llegaba la hora de irme a casa y no había quien bajara mi verga.

Un día comencé a pasear por la playa hasta bien lejos, quería llegar hasta donde ya no hubiera nadie y tumbarme en la arena desnudo sin que nadie me viera. Pensaba tomar un rato el sol y masturbarme después suavemente oyendo el romper de las olas mientras se ponía el sol. Comencé a caminar y poco a poco la playa se fue quedando vacía, cada vez había menos gente. Ya sólo había parejitas dándose el lote sin ningún reparo y muchas de las tías estaban con las tetas al aire. Yo me fijaba de nuevo en los tíos y en sus bultos, viendo como varios de ellos la tenían bien tiesa por los magreos que se estaban dando con sus novias. De pronto se acabaron las parejas y cuando ya creía que iba a estar solo me llevé una sorpresa. A lo lejos vi a alguien parado frente al mar, aunque no distinguía lo que descubrí al acercarme: era un tío y estaba desnudo. Al pasar por su lado, a unos dos metros, se quedó mirándome de arriba abajo mientras yo le miraba la polla de reojo. Por cierto, no la tenía nada mal.

Seguí paseando ya con la polla tiesa bajo mi bañador. Más adelante se veía más gente y quería averiguar qué pasaba allí. Me fui acercando y descubrí que todos eran tíos y todos estaban desnudos. Algunos estaban emparejados tomando el sol juntitos e incluso abrazados con los culitos bien morenos. ¡Acababa de descubrir una playa nudista gay!. Yo estaba a mil y aunque me intentaba tapar con la toalla se me notaba que estaba empalmadísimo. Hay que decir que mi polla mide unos 18 ó 19 cm, es bastante larga como todo mi cuerpo (mido 1.84 m). Pues bien, como ya estaba cansado de andar y el paisaje era inmejorable, eché mi toalla en la arena y me tumbé. No me atrevía a quitarme el bañador, pero al rato me decidí y me lo quité tumbándome boca abajo, no quería que cualquiera viera mi polla empalmada. Los tios tomaban el sol con todo al aire, unos boca arriba con la polla a la vista y otros boca abajo con el culete invitando a una buena follada. En fin, estaba en el paraíso. En total estaríamos unos diez no demasiado alejados unos de otros. Había un par de vejetes con el pito ya un poco arrugado que iban a alegrarse la vista, varios entre 25 y 45 años y varios con menos de 25. Yo enseguida comencé a fijarme en el más joven (unos 20 años) y que era el que estaba más bueno.Había puesto mi toalla cerca de él (a unos 5 metros) para poder verlo bien y que él también se fijara en mí. Hay que decir que yo no estoy nada nada mal y sobre todo desnudo....

Como era la primera vez que iba no sabía de qué iba el rollo, pero pronto me di cuenta. Dos de los que tenían unos 35 años se acercaron mientras paseaban por la orilla, se dijeron algo y se fueron juntos hacia las dunas. Como en esa parte ya no hay pisos, lo que hay son dunas de arena y matorrales perfectos para montárselo con alguien. Yo no veía lo que hacían, pero me lo imaginaba y tenía ya el rabo a punto de estallar, estaba morado y con todas las venas reventando. Uno de los vejetes y otro paseaban cerca de donde se habían ido los dos para espiarlos y calentarse. De hecho, al que tendría unos 40 años se le puso la polla tiesa. El tío entonces se acercó a mi sin cortarse un pelo y me pidió un cigarro. Mientras se lo daba me tocó el culo, pero yo le aparté la mano y entonces se fue rápidamente con el rabo entre las piernas. No estaba mal, pero era mayor para mí y yo me quería liar con el macizo que tenía al lado.

Los dos nos mirábamos de reojo pero ninguno se movía de la toalla. Él (Miguel como me enteré después) se puso entonces de lado y le pude ver todo. No estaba empalmado, pero al ver esa polla y esos cojonazos me entró un escalofrío por todo el cuerpo. Él sabía que lo miraba y por eso se puso mirando hacia donde yo estaba, para que le viera el pedazo de cipote que tenía. De todas formas me hubiera gustado, porque tenía un cuerpo perfecto de gimnasio con todos los músculos bien marcados. Yo entre la calentura y el sol estaba que no podía más, necesitaba darme un baño en el mar y refrescarme, pero me daba vergüenza que me vieran empalmado, aunque ya había varios cerca de las dunas que estaban con el chisme tieso paseando y ligando.

Ya sólo quedábamos tres (un cuarentón, Miguel y yo). Entonces Miguel se levantó y se dirigió hacia el mar mientras su polla se movía acompañando a sus pasos, era para haberlo grabado en vídeo. Se metió en el mar y estuvo nadando un rato. El otro tío se bañó también y vi como se le acercaba. Temí que se lo ligara y me lo quitara a mí, pero al decirle algo, Miguel salió del mar y se tumbó de nuevo en su toalla, mirándome al pasar por mi lado. El otro salió del mar, se puso el bañador, cogió sus cosas y se fue. Por fin me quedaba a solas con ese pedazo de tío, cosa que creo que él también estaba esperando.

Ya no me daba vergüenza tumbarme boca arriba, así que me di la vuelta y dejé al aire todos mis encantos, mi polla se sintió liberada y estaba más grande que nunca. Miguel me la miró y noté en su cara una sonrisa, lo que me hizo saber definitivamente que era gay y que yo le gustaba. Los dos éramos jóvenes y no muy lanzados, así que estuvimos un buen rato tumbados sin tomar la iniciativa, aunque ya nos mirábamos sin ningún tipo de reparo. Yo ya no podía más y decidí hacer algo. Me levanté con el mástil apuntando al cielo, me pasé la mano acariciándome las pelotas lentamente mientras lo miraba y me dirigí hacia el mar. A los dos minutos de estar bañándome él se levantó y se metió también en el agua. Poco a poco nos fuimos acercando disimuladamente hasta que de pronto estábamos uno frente al otro con el agua a la altura de los pezones. Mi polla se había bajado con el agua fría, pero de pronto se empinó de nuevo. Yo no sabía si a él por fin se le había levantado, así que decidí comprobarlo. Acerqué mi mano a su entrepierna y me encontré con una polla dura y bastante grande, casi como la mía. Miguel me sonrió y con su mano cogió mi polla tiesa mientras sonreía. Por fin nos habíamos decidido y como estábamos solos ya sólo nos quedaba disfrutar sin nadie que nos molestara. Nos abrazamos fuertemente y nuestros nabos se presionaron uno contra el otro, los dos latían igual que nuestros corazones. Comenzamos a besarnos, a meternos las lenguas hasta el fondo de las gargantas, a intercambiar saliva en esos morreos perfectos de dos chicos jovenes y guapos. Nos comimos también los cuellos y los pezones, pero para comer las pollas estaba la cosa difícil porque había que bucear.

Entonces él me dijo que me pusiera en horizontal flotando sobre el agua porque quería verme el pedazo de carne que estaba tocando. Yo me puse en esa posición y dijo:
- ¡Es perfecta, cabrón!.
- ¿Te gusta?.
- Cómo no me va a gustar, es lo mejor que he visto en mi vida.
Entonces me puso una mano en el culo para que no me hundiera y con la otra empezó a masturbarme muy lentamente. Pero claro, como la tenía muy cerca de la boca, pues no se pudo resistir y de pronto comenzó a mamármela. Yo estaba en el paraíso, ni soñando lo hubiera imaginado. Sentí que me corría y le dije:
- Para tío.
- ¿No te gusta?.
- Coño, claro que sí, pero no me quiero correr tan pronto. Además quiero ver tu carajo, que todavía no lo he visto tieso.
- ¿Te apetece salir del agua y que nos lo montemos en las toallas como si fuera una cama?.
- Venga, vamos.
Salimos del agua y por fin le pude ver el pito tieso. Le mediría unos 16 cm, pero estaba duro como una piedra igual que su culo y todo su cuerpo. No me pude resistir y mientras le agarraba el culo le dije:
- Estás muy bueno tío.
- Gracias, tú también.
- Me gusta tu culo y esta polla tan dura.
- Pues tú no te quejes, que la tienes más grande, es enorme.
- Jajaja.
- Jajajaja.
Allí empezamos a morrearnos de nuevo antes de llegar a las toallas. Su polla me la metió entre las piernas por debajo de mis cojones y la mía quedó aprisionada entre los dos ombligos. Estuvimos un buen rato así hasta que decidimos unir las dos toallas y acabar de disfrutar. Nos sentamos con las piernas entrelazadas y nos besamos apasionadamente mientras nuestras pollas y pelotas se rozaban. Yo me tumbé entonces boca arriba y él sobre mí. Empezó a comerme las orejas, el cuello, la boca, los pezones que los tenía de punta de la excitación, el vientre..... y llegó al capullo, a ese trozo de carne morada y que chorreaba líquido preseminal. Se lo metió en la boca y comenzó a mamar y a mamar como un loco mientras me acariciaba y apretaba los pectorales. Yo lo tenía agarrado por la cabeza y le llevaba el ritmo. De pronto lo separé de mi tranca porque me iba a correr y se iba a acabar la historia. Lo senté sobre mi pecho y su linda polla quedó justo delante de mi boca. La cogí con ganas y lo masturbé lentamente, jugaba con su pellejo echándoselo hacia detrás y hacia delante, mientras mi pecho ardía del contacto de sus calientes, gordos, llenos, negros, tersos y peludos cojonazos. Miguel me dijo:
- ¿No me la quieres chupar?.
- Es que soy activo y nunca la he chupado, no me gusta.
- Que quieres hacer entonces, ¿te quieres correr ya mientras te la mamo?.
- Lo que me gustaría es follarte, tío, pero no tengo condones.
- Jajajaja. Si ese es el problema no te preocupes, yo llevo uno en la mochila.
- ¿En serio?. Joder, venías ya preparado para follar.
- Vengo de vez en cuando y se la meto a alguno de esos que se han ido, pero hoy te lo voy a poner a ti para que me la metas..
Entonces metió la mano en la mochila y no sólo sacó el condón, sino también un bote de aceite bronceador. Me dijo:
- Como la tienes muy grande y mi culo es casi virgen me voy a poner un poco de aceite para que no me duela.
- Vale, tú entiendes más de esto.
- ¿Tú no entiendes?.
- Si te digo la verdad nunca he follado, sólo me han hecho pajas y mamadas.
- Uuuummm. O sea, que mi culo va a ser el primero donde entre esta maravilla, me dijo mientras me la volvía a agarrar.
- Pues sí, le contesté mientras le agarraba también su polla.
Comenzamos de nuevo a pajearnos, besarnos, comernos todo el cuerpo. Nos abrazábamos y dábamos vueltas sobre las toallas mientras el sol nos ponía morenos los culos. Yo ya iba a explotar y escupir leche, así que le dije que lo quería follar ya y correrme dentro de su culo. Me puso el condón y se colocó a cuatro patas
- Échame un buen chorro de aceite en el agujero tío, que la tienes taco de gorda y si no me vas a reventar.
- Vale, yo hago lo que me digas, pichabrava.
- Jejeje. Y ponte también en el nabo para que entre mejor.
- ¿Cómo te la meto?.¿De un golpe?.
- Nooooo. Poco a poco, por favor, yo te iré diciendo.
- Vale tío, si te duele me avisas.
Llevé entonces la punta de mi tranca a su agujero, lo cogí por la cintura y comencé a metérsela. Al principio le dolió un poco, pero al momento ya la tenía metida hasta el fondo y mis huevos daban contra la raja de su peludo culo. El cabrón gemía como un loco y yo también. Mientras seguía bombeando me dijo que lo pajeara. Entonces llevé mi mano derecha a su polla y empecé a meneársela. Noté que me iba a correr y se lo dije:
- Me voy a correr tío.
- Espera un poco, vamos a cambiar de postura.
- Si esta es perfecta,¿no?.
- Sí, pero me quiero correr mirándonos a la cara. ¿Te importa que me corra sobre tu vientre y tu pecho?.
- No, después nos bañamos y me limpio.
- Entonces túmbate boca arriba, ya verás que bien.
Me tumbé con la verga tiesa como nunca y Miguel se sentó encima de ella metiéndosela hasta el fondo. Como ya tenía el culo bien abierto le entró muy bien esta vez. La verdad que esa postura estaba de puta madre. Él cabalgaba sobre mi y yo tenía un paisaje maravilloso: su bonita cara con los carnosos labios, sus duros pectorales con sus tiesos pezones, sus marcadas abdominales, su vello púbico y lo mejor de todo, su preciosa y tiesa polla con los negros huevos bien pegados a ella. Mis manos recorrían sus pechos y pellizcaban sus pezones, le metía los dedos en la boca y me los chupaba y sobre todo jugaba con su carajo y se lo meneaba. Él llevaba el ritmo de la follada esta vez y también me pellizcaba los pezones y me metía los dedos en la boca. Entonces me dijo:
- Como sigas pajeándome me corro, para si tú no te corres todavía.
- No, yo ya me corro también, muévete más deprisa.
- Vale, cuando veas que vas a escupir la leche me la meneas rápido y nos corremos a la vez.
- Sigue, sigue, rápido, no pares.
- Aaaahhhhh, aahhh.
- Sigueeee, aahhhhh.
Noté que me corría y le dí varios meneos rápidos a la polla del colega. Mientras tenía el orgasmo y notaba que el condón se llenaba de lefa bien caliente, la verga de Miguel empezó a trempar y echar leche. Le salieron cuatro chorros impresionantes que llenaron todo mi cuerpo. Si no muevo la cabeza me entra justo en la boca el primer chorro a presión que le salió. Todo mi vientre y mis pectorales estaban llenos de su semen. Entonces se sacó mi polla del culo y vimos como el condón estaba rebosando, yo creo que nunca me había corrido tanto. Me lo quité y nos fuimos a darnos un baño en el mar para limpiarnos bien. Miguel me dijo:
- Tío, nunca había disfrutado tanto.
- Yo tampoco, en serio. Eres el tío más bueno que me he ligado y además al primero que se la he metido.
- Tu polla ha sido la más grande que me ha follado y la que más me ha gustado, lo has hecho muy bien.
- A partir de hoy voy a follar más y me voy a dejar de simples pajotes y mamadas.
- Pues cuando quieras repetimos, que todavía quedan dos semanas de verano. Yo voy a venir todos los días a esperarte a última hora de la tarde, así que cuando quieras.....
Entonces le agarré la cara, le dí un morreo bueno y le dije mientras me iba: "mañana nos vemos". Al día siguiente volvimos a follar como leones y al otro y al otro y todos hasta que se acabó el mejor verano de mi vida.









lunes, 25 de enero de 2016

Hermanos de boda.. que no se entere su mujer



Fue el día de la boda de Alejandro, en Barcelona

Yo había tenido la suerte de no necesitar ir a un hotel ya que Rubén hermano de Alejandro (el novio y mi amigo), se había ofrecido acogerme para la noche de la cena de boda.

Al igual que yo Rubén no tenia pareja y, hasta donde sabía, no le conocía ninguna fuera de algún rollo de verano cuando teníamos 15 o 16 años. Y eso ya quedaba bastante lejos. Y era extraño ya que era un tío guapo.

Mi caso era el de una ruptura de un largo noviazgo seguido de muchos rollos. Todos con mujeres, a excepción de una lamentable mamada de un tío tras una quedada por Internet. Y la verdad es que me gustaba estar como estaba. Haciendo lo que quería y siendo cada vez más audaz con mi sexualidad.

Todo sucedió el día de la boda. Yo llegué al medio día en tren y en la estación estaba amablemente esperándome Rubén. Nos saludamos con efusión y nos dirigimos al parking donde cogimos el coche para ir a su casa dejar el equipaje. Después de eso nos juntamos con otros amigos que también iban a la boda y nos fuimos de cañas por la ciudad.

Todo resultó muy divertido pero tuvimos la prudencia de ir a casa para dormir una siesta antes de ceremonia. No era cuestión de aparecer medio borracho medio dormido.

Cuando llegamos a su casa Rubén me dijo que al final había decidido que yo durmiera en su cama y él lo haría en el sofá. Protesté el tiempo de rigor pero el se mantuvo inflexible.

Vivía en un apartamento grande pero que no tenia puerta entre la zona utilizada como cuarto y la zona usada como salón-comedor. Así que cuando me quedé en ropa interior y camiseta y me metí en su cama pude ver como él se tumbaba en el sofá vestido como estaba tan solo quitándose en calzado. Para él no era molestia ya que aunque hacía mucho calor, el difusor del aire acondicionado estaba situado frente al sofá y la temperatura debía de ser agradable.

Una pena, pensé. Me hubiera gustado ver "algo más". Y ese pensamiento me sorprendió, porque aunque fantaseaba con tíos nunca lo había hecho con amigos.

El caso es que ya en la cama me empecé a fabricar una fantasía con Rubén hasta que el sopor de las cañas me venció pese a mi bonita erección y al calor que hacia.

A las 5:30 de la tarde sonó la alarma de mi móvil. Era la hora que habíamos considerado razonable para que nos diera tiempo a darnos una ducha rápida y vestirnos. Y aunque en el momento nos pareció que había tiempo suficiente pronto nos dimos cuenta que no era tanto. Así que nos duchamos rápidamente, para mi consternación por separado, y nos pusimos a vestirnos.

Ese fue el momento en que vislumbre una oportunidad. No estaba seguro y puede que me estuviera montando una película, pero cuando estaba, y no podría ser de otra manera, luchando con el nudo de la corbata, Rubén se me acercó a ayudarme.

La situación era la siguiente. Yo, con calzoncillos, camisa, calcetines y con algo estrangulándome, y Rubén tan solo en gayumbos enfrente de mi intentando hacer el nudo.

- Joder. Se quejó. Estoy acostumbrado a hacerlo teniendo la corbata yo puesta.

Entonces, para mi sorpresa, no me quieto la corbata e intentó el nudo en su cuello. No. Se puso tras de mi y se puso a hacer el nudo desde mi espalda. Como os imaginareis eso requiere estar muy cerca. Tan cerca que yo podía sentir su aliento en mi oreja derecha (él es algo más alto que yo) y de vez en cuando su paquete golpeando la parte superior de mi culo. El proceso no fue rápido precisamente y podía sentir el calor del rubor en mi cara por culpa de una excitación que se manifestaba con una gran dureza de mi polla. Por suerte la camisa me tapaba todo y, cuando Rubén terminó, no pudo darse cuenta de nada. Aunque, visto en perspectiva, el tampoco me ofreció ninguna visión de la parte delantera de su cuerpo. Al contrario, se dirigió directamente hacía el sofá donde estaba su ropa y se puso los pantalones (lo primero) dándome la espalda en todo momento.

Así que me fui a la fiesta moderadamente contento y con la sensación de que a la vuelta, y con alguna copa de más, se podría desmadrar algo la cosa en el apartamento de mi amigo.

Después de una, gracias a Dios, breve ceremonia nos fuimos al restaurante donde nos estaba esperando una muy buena comida y una animada fiesta. Todo trascurría sobre los cauces previstos y todos los personajes típicos habían asumido su rol sin problemas. El pariente borracho, el pariente pesado, el grupo de primas cantando (gritando), etc. Me estaba divirtiendo mucho pese a que mi objetivo parecía estar algo triste. Por si acaso estuve echando un vistazo a otras posibles presas (de ambos sexos) pero como era de esperar no había nada que mereciera la pena salvo la hermana pequeña de la novia, que era demasiado pequeña y tenia unos 1000 parientes alrededor.

A la quinta copa necesité ir al baño por tercera o cuarta vez. Cuando estaba meando en uno de los urinarios de pared oí movimiento en uno de los cubículos cerrados. Y aunque incluso en el baño se escuchaba la música, el rumor de gente (más de uno) encerrada era audible. Al principio pensé en otra de las figuras típicas de una boda, el primo farlopero, pero hasta donde yo sabia los cocainómanos al aspirar la coca no se quedaban con el aliento entrecortado y en ese baño es lo que se oía. Alguien estaba echando un polvo. Pero tenia que ser un polvo muy tranquilo porque el ruido de roce de ropas había parado y ya solo se escuchaba ese solitario jadeo.

La curiosidad pudo conmigo, así que me agache para ver si podía ver algo por el hueco entre la puerta y el suelo. Y lo que vi fue la espalda de un tío en cuclillas delante de otro con los pantalones y calzoncillos por los tobillos. Eso era. Una mamada, pero donde yo esperaba ver una chica y un chico había dos tíos. En seguida oí el rumor de alguien que se dirigía al baño (benditos zapatos de suela dura). Me levanté y salí del baño cruzándome con el padrino y otro señor que no conocía.

Como imaginareis me puse en un sitio estratégico para ver quien salía del baño con una sonrisa y quien era el que se la había provocado.

No podéis imaginar la sorpresa que me llevé cuan veo que el de la sonrisa es Alejandro el novio y el qué, por si acaso, se sigue limpiando la boca con la mano es mi amigo y anfitrión Rubén.

Creo que se me quitó medía borrachera con la revelación. Seguí con la mirada a la pareja, aunque cada uno se iba por su lado. Alejandro a bailar con la novia su recien mujer y Rubén a pedir un gintonic muy cargado con el que quitar el sabor de boca.

Yo estaba alucinado con los huevos que tenían. Si hubiera sido otra persona el que se da cuenta que el recepcionista del trabajito oral que se estaba dando el baño era el novio, y encima por otro tío, podría haber habido de todo. Las consecuencias de que esa persona hubiera sido un pariente o amigo de la novia habrían sido inimaginables, pero la realidad jamás la hubiese imaginado, hostia su propio hermano se la estaba chupando!!. No me escandalizó mucho lo confieso, pero me sorprendió mogollón claro.

¿Y como había acabado allí?. ¿Una broma llevada demasiado lejos?. ¿Algo que sucedía de hace tiempo?. Lo que estaba claro es que Rubén debía ser gay y Alejandro el típico hetero al que le va todo. Joder, siempre me había parecido un poco pirao pero lo de esa noche...

La fiesta siguió aunque para mi había perdido parte de su gracias. Además, mi fantasía con Rubén se desvanecía. Ya había tenido su ración de polla y tampoco sabía si Alejandro le había hecho una paja. Porque no veía a nuestro novio chupándosela a otro. Así que cuando Rubén se acercó a mi para decirme que se iba a casa (el aliento le olía a ginebra no a semen) le dije que yo también me iba, que estaba cansado y así nos ahorrábamos un taxi. A él le pareció dar igual si yo me iba a casa o no.

En el taxi ninguno abrió la boca. Rubén parecía triste y yo seguía en shock. Cuando llegamos cada uno en su cama fuimos desnudándonos y por turnos lavándonos los dientes en el baño. Yo sabia que uno de los dos necesitaba esa limpieza más que el otro.

Rubén se tendió sobre el sofá solo vestido con sus apretados, y ahora me parecía, típicos gayumbos de gay. Pero había que reconocer que le quedaban bien. Gracias a la luz de la calle (no habíamos bajado las persianas) podía ver su espalda y su culo. Poco a poco volví a excitarme con mi fantasía pero no lograba mantenerla debido al insoportable calor que tenia. Porque aunque el aire estaba puesto no lo estaba al máximo para que Rubén no se congelara. La consecuencia es que yo estaba sudando como un pollo. Cuando no podía más me levanté al baño y me mojé la cara y el cuello con agua.

Rubén me vio salir y me preguntó si estaba pasando mucho calor. Yo dije que algo. Él se disculpó contándome que cuando el duerme en la cama pone el aire a tope y le refresca, pero que estando en el sofá era una locura.

Después de un rato y de mil vueltas en la cama, Rubén me llamó.

- ¿Por que no te vienes al sofá?. Es grande y cabemos los dos.

Mi respuesta afirmativa igual fue demasiado rápida, pero tampoco sé si en el momento fue por el ansia de estar semidesnudo pegado a otro tío o por el calorazo que estaba pasando.

Me acerqué al sofá y me tumbé en el hueco que me dejaba. Él estaba mirando hacia la pared y yo me quedé mirando hacía "fuera". No me atrevía a moverme pero eso no impedía que notara su culo contra el mío, porque dijera lo que dijera Rubén, el sofá era estrecho de cojones. ¿Porque no nos habíamos ido a la cama que era el doble y puesto el aire al máximo?. Eso era algo que no sabía y que no quería preguntar, el estrecho sofá era mucho mejor. Pensando en que Rubén no podía haber dejado de darse cuenta de eso me envalentoné y me di la vuelta. Ahora tenia frente a mi su espalda y su redondo culo. En cuanto me giré mi compañero de sofá se acomodó con el resultado de que podía sentir su culo rozando intermitentemente mi polla. Y era intermitente porque dependía de mi agitada respiración. Yo no quería dar el siguiente paso pero tampoco me alejaba, y él tenia que estar notándome. Cuando estaba apunto de acercarme un milímetro más Rubén me habló.

- Sé que nos viste en el baño. O que por lo menos sabes lo que estábamos haciendo. Oí como el padrino te saludaba cuando salías del baño y justo antes había notado que alguien merodeaba por la puerta del sitio donde estábamos.

- Lo siento. Le dije. -Esperaba pillar a una pareja normal. No sabía que erais vosotros.

- Ya. Ni decirte que por favor nunca digas nada. - No por mí, sino por Alejandro.

- No te preocupes. pero solo dime como os atrevisteis a algo tan arriesgado. ¿Estabais colocados, o qué?.

- No. Contesto Rubén. - Hace mucho tiempo que empezó esto. - Desde que éramos adolescentes.

- ¿ Y qué es esto?.

- Bueno, esto era tan solo que yo se la chupaba a Alejandro. Nada más. El ni me tocaba. Empezó como un reto que me hizo porque estoy seguro que siempre supo que me gustaba. Que me gustaba mucho. Y lo de hoy iba a ser la despedida, la mamada final. Aunque tuvo que ser algo rápido, no como las otras. En las otras me tomaba todo el tiempo del mundo, porque eran los únicos momentos que podía sentirlo como mi pareja.- Lamentable y triste. ¿Verdad?.

No supe que contestar porque realmente era triste. Rubén estaba enamorado de un tío que solo miraba para él cuando quería una mamada, pero lo fuerte es que era su propio hermano.. Me dio pena de Rubén y me aparté un poco. Después de todo, pensé, el solo quería llorar sus penas.

Pero fue hacer el gesto y al momento sentir de nuevo su culo. Y esta vez no había ninguna sutileza. Ya no me rozaba. Ahora mi polla estaba en total contacto con su culo. Y no con la parte alta de su trasero sino con la parte que tenia utilidad. Me empalmé como nunca, me pegué más a él y puse mi mano sobre su cadera.

Como Rubén seguía sin moverse comencé a acariciar su cadera y su cintura. Estaba deseando coger su paquete y estrujarlo pero no me pareció adecuado. Así que acariciando su espalda fue avanzando hasta el elástico de su ropa interior. Y allí por la línea de su columna vertebral encontré un hueco por donde meter un poco el dedo. En seguida noté un poco de su sudor que no hizo más que excitarme más y dar carpetazo a mi timidez. Introduje toda mi mano en su gayumbo y comencé a tocar muy levemente ese culo duro y redondo que tenía. Podía sentir la humedad que se le escurría por entre las nalgas y a esa humedad seguí con mi mano hasta llegar a su ano. Fue acariciar con el dedo ese mojado agujero y ponérsele de gallina toda la piel.

Ya no esperé más. Con mis manos le hice girar hasta dejarlo boca abajo y poco a poco fui bajándole el calzoncillo. Él me correspondió subiendo un poco más su culo. Ofreciéndomelo. Ya con mis dos manos me dediqué a acariciarle y de vez en cuando dejando mi dedo sobre su ano y presionando un poco.

Todavía no había tocado su polla o sus huevos y aunque me moría por hacerlo sentía que tenia que excitarle mucho más para que me dejara hacer todo lo que mi ya desbocada mente conjuraba. Acerqué mi cara me empecé a restregarla contra su culo a la vez que le daba pequeños besos. Estaba salado y olía y sabia a sexo, así que di un paso más y pasé mi lengua por su ano. El jadeo que salio de la boca de Rubén me indicó que no lo estaba haciendo mal del todo, así que me aplique y empecé a besar y meter la punta de la lengua por su ojete. Pero quería más, y metiendo la cabeza como podía llegué con mi boca hasta sus huevos. Estaban duros y tensos pero apenas los podía rozar. Ese fue el momento en que Rubén decidió colaborar. Se dio la vuelta y ante mi quedó su polla totalmente dura y palpitante.

Por un momento me quede parado mirando algo que ansiaba hacia tiempo. Estaba totalmente rasurada y no tenia defecto alguno. Era una polla de libro. Al cogerla pude sentir el calor que desprendía y la suavidad de la piel. Con una mano comencé a acariciarla mientras que con la otra mano alternaba caricias entre sus huevos y su ano. Pero no pude aguantar más, mi ansía me pedía chupar aquello y fue lo que hice. Primero besando y pasando la lengua de arriba abajo y recogiendo la humedad que salía de la punta. El sabor me gusto y me excito aun más, así que me la metí en la boca y con mucho cuidad empecé a hacerle una mamada. Es increíble la sensación de dar placer de esa manera. La sensación y el morbo que provoca el hecho de saber que estar chupándosela a otro tío.

Rubén comenzó a mover sus caderas invitándome a acelerar más, pero yo tenía la intención de que esto durase bastante más y levantándole las piernas volví a su sudoroso culo. Estaba entrando en una especie de frenesí y por momentos me hubiera gustado tener dos bocas para llenarme de todo. Quería polla, culo, huevos, y era así como pensaba para mi, con esas palabras que sonaban a maricón. ¡¡Quería polla!!.

Y la tuve. Porque Rubén agarrándome del pelo me separó de su entrepierna, me subió hasta su altura, me puso boca abajo y se puso a hacerme lo que yo le había hecho antes. Me comenzó a comer el culo de una manera agresiva, su lengua y su boca empujaban a la vez que chupaban. Notaba que la saliva me empezaba a chorrear por entre mis piernas y sentía como su lengua penetraba cada vez más. El placer era tan absoluto que cuando me metió uno de sus dedos pensé que podría llegar a correrme de esa manera. Os podéis imaginar cual era la siguiente parada. Esta se inició cuando Rubén separo su cara de mi para ir hasta la habitación y coger algo de uno de los cajones de su cómoda. Yo sabia lo que era, y por encima del placer afloraron los nervios. Nervios por que iba a dejarle, y si no lo hacia a suplicarle, follarme. No sé como pasé de querer que me la chuparan a ser enculado pero estaba encantado de cómo iba saliendo todo.

Escuché como se abría el tubo del gel lubricante y pronto me llego su olor cuando Rubén se lo echó en sus manos. Pensé que me diría algo como "Relájate" o "No te va a doler", pero no abrió la boca sino que llevó con su mano el gel hacia mi querido agujero distribuyéndolo por fuera como para ablandar los músculos y poco a poco por dentro. Fui yo el que me dije a mi mismo que me relajara y eso hice, dejé de apretar y el placer volvió a aparecer inmediatamente. Rubén se dio cuenta y el masaje se convirtió en un meter y sacar el dedo cada vez más rápido.

Y yo pedía más, no con la voz, pero si con el resto de mi cuerpo. Movía las cadera e intentaba llegar con mis manos hacia su polla. Entonces sentí dos dedos dentro de mi. Dos dedos que a la vez que se introducían iban separándose con la intención de dilatarme aun más. Luego, una pequeña pausa. Miré a mi derecha y vi que Rubén me ofrecía su polla mientras se echaba gel en ella. La tomé y comencé a lubricarla. Ese gesto me excito a la vez que me dio confianza así que cuando volvió a situarse tras de mi levante mi culo para entregárselo todo, para que me follara. Sentí su aliento en mi nuca y como ponía su polla en mi culo. Tan solo la metió un poco, solo lo suficiente para que no se resbalará y entonces si habló, y fue tan solo para decirme - "Hazlo tu". Comprendí lo que quería y, aunque hubiera preferido que me la metiera sin contemplaciones, supe que era el movimiento inteligente. No quería que el placer se convirtiera en dolor y yo tampoco.

Despacio fui levantando el culo sintiendo como su polla no solo no entraba sin ningún problema sino que el placer era intenso desde el primer centímetro. Él también se dio cuenta y la empujó hasta el fondo. Ahí se quedó un segundo como esperando ver si todo estaba bien. Y si que lo estaba. Moviéndome se lo dije todo. Que no tuviera cuidado ni se cortara. Y empezó a moverse. Yo no podía imaginar el placer que me llegaba. Era distinto del recibido a través de la polla, era como más primitivo si es que eso se puede decir. Gozaba como nunca y por momentos pensé que podría correrme sin tan siquiera tocarme la polla. Y cuando Rubén me puso a cuatro patas y comenzó a darme fuerte y despacio haciendo sonar su pelvis contra mis nalgas no pude evitar comenzar a masturbarme para correrme. Pero Rubén tenia otros planes y me apartó la mano de ahí para llevármela a mi culo. Para que yo notara con mi mano como me la metía, como me follaba. La sacaba entera y me la volvía a meter, hacía movimientos circulares, vamos, se estaba recreando en todas las suertes y cada una me daba más placer. Y entonces, acelerando el ritmo, se corrió dentro de mi. Se corrió con un jadeo sordo, y con lo que a mi me parecieron litros de semen, en un largo orgasmo.

Cuando la sacó muy despacio y respirando agitadamente no se tomó momento alguno. Me dio la vuelta y se puso a hacerme una mamada con la misma agresividad con que me había jodido. Pero solo fue un momento porque en un movimiento de una agilidad pasmosa se dio la vuelta sobre mi y colocó su ano sobre mi boca mientras con sus manos volvía a echar mano del gel para embadurnar mi pene. Yo estaba lamiendo con avidez su culo cuando volvió a girarse y se sentó sobre mi metiéndosela despacio mientras me miraba fijamente. Luego empezó a cabalgar sobre mi. Su polla ya no estaba dura pero seguía chorreando semen lo que hacia que la escena tuviera un morbo de la hostia.

Sabia lo que hacia. Porque me mantuvo en todo momento al borde del orgasmo. Yo quería follarle como el me hizo pero Rubén se detuvo, se quedó mirando un poco hacia el vacío pensando en algo. Y ese algo fue sacarse mi, a punto de estallar, polla y llevársela la boca, con saliva, gel y todo. Mi "desilusión" no duró ni cinco segundos porque entonces comenzó la mejor mamada que han hecho nunca, y he estado con personas realmente habilidosas. Parecía saber como dar la humedad adecuada, como utilizar la lengua para presionar en los puntos más sensibles y como hacer que sus labios arrastraran mi piel de arriba a abajo con una suavidad que dolía. Era increíble, no se ayudaba de las manos para nada, estas permanecían acariciando mi escroto y mi dilatado y empapado ano todo el momento. El placer era terrible y por momentos casi llegaba a hiperventilarme de los jadeos que me provocaba. Y lo hacia despacio, muy despacio, y no como en esas mamadas en las que solo notas el circulo que forman los labios, lo hacia de tal manera que podía notar su boca por todo la polla. Duro mucho tiempo y cuando ya creía que jamás me dejaría correrme me metió el pulgar por mi culo y con dos movimientos un poco más rápidos de su boca hizo que descargara todo en su boca. Note que me corría y me corría mientras él seguía chupando despacio y tragándose mi semen. No paró ni siquiera cuando parecía claro que yo ya estaba totalmente satisfecho, tan solo saco su dedo de mi y siguió lamiendo y chupando todo sin dejar escapar ni un poco. Al final incluso empecé a encontrar incómoda la situación y por un momento y aunque parezca difícil, dada la cantidad y variedad de líquidos que habían corrido por entre mis piernas, por un momento me pareció notar, en un roce de su cara sobre la piel de mi pierna, una humedad que juraría que eran lágrimas..





miércoles, 28 de octubre de 2015

Pajas fraternas y..


Los protas de esta historia: mi hermano uno de sus amigos y yo..

Era verano. No recuerdo muy bien cuál fue la causa o qué conversación nos traíamos para que ocurriese lo siguiente. El caso es que, una tarde que estábamos los tres, el amigo de mi hermano propuso que nos viéramos la polla (no sé si lo comentarían antes entre ellos o salió de sus conversaciones espontáneamente). Yo ya había comentado que había visto a niños en mi clase que se pajeaban en sus pupitres tapándose con un cuaderno o con un libro…, pero que bastaba con mirar un poco para ver como movían sus brazos, y si estabas al lado, les veías todo, como se pajeaban. A mí me resultaba chocante…

El caso es que, el amigo de mi hermano había propuesto que nos viésemos las pollas, y me preguntaron si quería ver las suyas. Yo decía que sí, pero tampoco estaba muy entusiasmado en enseñar la mía. Además, la diferencia de edad era mucha (en esas edades, se nota mucho). Iba a ser un ratito, más como curiosidad de los tres (más bien, ellos tenía curiosidad en ver cómo la tenía yo, y yo tenía curiosidad en ver las suyas). Como estábamos en mi casa, y no era un lugar muy discreto, la cosa fue rápida. Nos bajamos ropa y gayumbos y ahí estuvimos enseñando nuestros “asuntos”. Ellos saciaron su curiosidad y dijeron que qué pequeña la tenía (¡no te jode!, pues claro que era pequeña). Yo ya sabía que mi pene era pequeño (bueno, normal correspondiendo a la edad que tenía), pero desconocía como era el pene de ellos dos, que eran penes adultos, ya desarrollados, con testículos colgantes (a mí ni se me veían) y pelos. Una vez que me sentí un poco ridículo con mi pene infantil, me subí la ropa y puse fin a mi exhibición. Me quedé mirando los dos penes adultos que estaban ante mí…, pero el sitio no era muy seguro y al rato ya estábamos los tres vestidos.

El día siguiente, también por la tarde (es que la hora de la siesta en verano es una hora tonta que no se sabe bien qué hacer…), estábamos solos mi hermano y yo, y me dijo él que si queríamos hacer otra vez lo mismo, enseñarnos los penes. Yo puse cara de hastío y daba largas porque realmente no soy muy exhibicionista y no me gusta enseñar. Me dijo mi hermano: - “Si quieres, no te quites la ropa; ¿me la quito yo?. No hace falta que me enseñes la polla”. Entonces yo dije que sí; si mi hermano me enseñaba la polla pero me disculpaba que se la enseñase yo, pues perfecto. Me salía gratis el espectáculo.

Y ahora había más discreción: estábamos en la habitación solo él y yo, y no había un tercero como el día anterior. Eso sí, seguíamos en la misma habitación y con el mismo peligro indiscreto de que alguien entrase en la habitación, así que teníamos que estar con la oreja puesta para oír los pasos de alguna visita imprevista. Entonces, mi hermano se bajó la ropa: pantalones cortos (no recuerdo si eran bermudas, bañador o pantalón de deporte. Era verano, y el pantalón era corto) y luego los gayumbos: y ahí apareció su polla gorda, con los huevos gordos colgando y los pelos negros que hacían que me fijase con atención. Obviamente, la diferencia con mi polla (la que tenía muy vista) era mucha pues la polla de mi hermano era la de un hombre adulto. Supongo que sería una polla normal, pero para mí me pareció un pollón muy grande…, y eso que estaba flácido. Como en esa situación no podíamos estar mucho tiempo, me sugirió que esa misma noche me la enseñaría mejor sin molestias de nadie que pudiera venir a la habitación. Pero antes de guardarse la polla, me dijo que se la agarrara. Yo no puse ninguna pega, pues tenía curiosidad. – “¿Te gusta?”, me dijo él, a lo cual yo respondí que sí. Proseguí: – “Es mucho más grande que la mía o la que he visto de mis compañeros de clase cuando se pajean”. – “Esta noche te enseño como se hace”, me aseguró mi hermano.

Y pasó la tarde…..

Y llegó la noche. Cada miembro de la familia estaba ya en su habitación (mis padres en la suya y nosotros en la nuestra), y ya sabíamos que teníamos todo el tiempo que quisiéramos si no hacíamos mucho ruido. – “Ya no se oye ningún ruido. ¿Me vas a enseñar ahora?”, dije a mi hermano. - ¿Ya estás preparado?”, me contestó mi hermano. – “Si”, contesté, y lo estaba desde la tarde, esperando que llegase la noche. Me daba morbillo ver la polla de mi hermano, tan grande, tan distinta a la mía, tan adulta. Era como participar en el mundillo de los “mayores”, tan oculto a los niños.

Por supuesto, yo ya había dejado claro a mi hermano esa tarde que yo ya no me iba a desnudar, y que mi polla era una birria de pequeña…, pero eso no era ningún problema para que mi hermano quisiera enseñarme la suya, cosa que me parecía muy bien (me pareció un gesto de generosidad suya). Pues eso: se bajó la ropa y los gayumbos y volví a ver ese pollón gordo, ancho, peludo y con esos huevos tan grandes (ahora entendía bien tantas frases hechas referidas a los “huevos” y los “cojones”. Los míos eran tan desapercibidos…, pero es que no tenía edad para tenerlos desarrollados. Pero, los de mi hermano sí estaban desarrollados: eso eran ¡huevos!).

- “Mira. Ven. Agárrame la polla”, me dijo mi hermano, y así hice yo. Con mi mano de niño, que no abarcaba el ancho de la polla, noté que estaba caliente.
- “Ahora, haz como te diga”, me siguió diciendo. Entonces, me puso su mano encima de la mía (que seguía agarrando su pene) e hizo el movimiento de mete y saca. Ahí empezó a salir el glande de su polla, que hasta ahora estaba oculto debajo de la piel del prepucio. Un buen glande, jeje, un glande grande… (comparado con lo que había visto). Pero la polla no estaba tiesa, sino que empezaba a hincharse. – “Sigue así, sube y baja, sube y baja”, me decía mi hermano mientras me dejaba sola a mi mano que fuese haciendo eso mismo a su pene. Y yo notaba con asombro como esa polla se empezaba a llenar de sangre, a hincharse, a descapullarse hasta que el glande sobresalía por fuera del pellejo. Mi asombro era mayúsculo pues ni mi polla ni las de mis compañeros de clase (de mi misma edad) eran parecidas ni por asomo. Es normal ese asombro para quien no ha visto antes una polla adulta, ¿no?.

- “Esto de subir y bajar, mete y saca… es hacer una paja”, decía mi hermano
- “Ya…, pero, jajaja, es tan distinto a lo que hacen en clase”, dije yo, refiriéndome a los pajeros de mi clase.
- “Pues yo te enseño a hacerme pajas y así me vas preguntando lo que quieras…, si tienes alguna duda. Mi polla es de hombre, no como la de tus amigos”, seguía diciendo mi hermano.

Y era cierto, que ese pollón no tenía nada que ver con lo que había visto. Se podría decir que yo estaba entusiasmado por ese misterio que tenía para mí solo entre mis manos. Era de noche, y nadie iba a estorbar. Así que, mete y saca, mete y saca, con mi mano fui pajeando a mi hermano, que tan a gusto estaba (los dos ganábamos: él por el pajote que le estaba haciendo, y yo por el misterio y la novedad que estaba descubriendo y que me sigue emocionando después de tantos años).

Lógicamente, le fui preguntando por el tamaño de sus genitales, tan bestiales (bestiales para mí, porque supongo que serían normales para una persona adulta), los peludo que era él (peludo normal, supongo, pero excepcional para un niño de 10 años que no tiene ningún pelo) y esos huevos tan gordo colgantes en la bolsa escrotal, que tanto me llamaba la atención. – “En unos años, ya te crecerá también a ti”, me aseguró mi hermano. Es cuestión de edad. ¿Y esos huevos?. Ahí se hace el semen, la “lefa”, que es un palabro que se decía, jeje, el esperma. Cuando los genitales se desarrollan, los huevos empiezan a fabricar esperma, que no tiene nada que ver con la orina. Tras una relación sexual con una tía o con un buen pajote, los huevos expulsan la lefa por la polla. – “ahhh, vale”, decía yo, que ya sabía algo pero tampoco tenía las cosas muy claras. Una cosa es la teoría (con 10 años) y otra cosa es la práctica, que es lo que estaba viendo. Mi hermano me aseguró que, tras un rato pajeándole, sus huevos iban a echar la leche por la polla. Me avisaría cuando pasara, pero lo iba a ver… y así fue. Tras unos minutos, 10 minutos o un cuarto de hora, me dijo: - “Mira la punta de la polla, que va a escupir leche”. Y así ocurrió: escupió porque lanzó unos chorretones de leche que fueron cayendo mientras mi hermano ponía cara de éxtasis (intrigado y con morbo emocionado atendía yo a estos momentos). Se me llenó la mano de semen, que cayó también en el suelo y en mi ropa. Me dijo mi hermano: - “no te preocupes, que no me he meado. La leche no es mala y le encanta a las mujeres. Vamos a limpiarnos, pero ya te digo que la lefa del hombre no está sucia y se puede beber”. ¿Se podía beber?, pensaba yo. Así se lo dije a él…

Esa noche fuimos a dormir…, mi hermano tras la eyaculación estaría en la gloria. Yo estaba excitado y emocionado. Ya me sentía un poco más mayor. A los dos días (o varios días después), mi hermano me volvió a susurrar al oído si quería que le enseñara la polla. Yo decía que sí (la mía no…, pero si es la suya, pues perfecto), y así él se sacaba la polla y yo ya sabía que hacer: agarrar ese gran pene, y menearlo hasta que se hinchaba que parecía que iba a explotar. Dependiendo del sitio, solo le pajeaba poco tiempo o todo el tiempo del mundo hasta que eyaculaba…, y es que no siempre le agarraba la polla en el silencio nocturno de nuestra habitación. Algunas veces, era en otras casas o era en otros edificios donde me decía si podía agarrar su polla. Por ejemplo: pocos días después, en casa de mis primos, me dijo que si le agarraba su polla (por supuesto, mi respuesta era SÍ) y nos íbamos al cuarto de baño donde durante poco tiempo (un minuto, dos o tres) yo le pajeaba un rato. Entonces no acababa en eyaculación porque no podíamos estar 10 minutos o el tiempo que fuese hasta que se corriese. Pero el chico salía la mar de a gusto (eso sí, marcaba un bulto inmenso debajo del pantalón, que hasta podría llamar la atención si uno se fijaba en su entrepierna). En esa misma primera semana en que le hice la primera paja, fue cuando probé el semen por primera vez:

Siempre que se corría y escupía la lefa por su polla, me decía que – “¡Cuánto desperdicio!. Toda esa leche sin que nadie la utilice”. Claro, yo pensaba: el esperma tiene su función, cuando se mete en el coño de las mujeres (la teoría ya me la sabía de la clase de Ciencias Naturales del cole, jejeje)…, pero ya me aclaraba mi hermano que también se podía beber, y que las mujeres solían chupar las pollas y beberse el semen. Yo no era una mujer, pero el semen y las pollas no entienden de eso. Si la leche de hombre está buena y tiene vitaminas (jojojo) pues todo es cuestión de probarla. Realmente, lo que sale de la polla parece que da un poco de asquito…, pero también da morbo, y más sabiendo que hay gente que se la toma. El caso es que, varios días después, en casa por la noche (o sea, con tiempo para eyacular) me dijo mi hermano que si quería darle unos chupetones a su polla. 

Yo, como no podía quejarme de la generosidad de mi hermano enseñándome tanto, pues no quise negarme: Acerqué mi cara a su polla erecta, con su glande hinchado a un palmo de mi cara… saqué mi lengua y di un lametón a esa cabeza de polla tan grande. – “Muy bien. Así, así. Chúpame el capullo un rato y luego métete mi polla en la boca”. Como me dijo, así hice: como no me dio ningún asco (ya hacía una semana que le estaba pajeando, así que ya tenía su polla bien vista), le lamí el glande mientras le sujetaba su polla con mi mano y al final ese capullo entró en mi boca, metiendo y sacando. Me daba morbo esa situación, que tanto placer daba a mi hermano. 

La paja se convirtió en una paja chupada: mientras pajeaba, el glande me lo metía en la boca, lo sacaba, lo lamía… Y llegó el momento de la eyaculación. Se corrió como tantas veces (lanzando chorros al aire y al final, derramando leche en mi mano). Esa vez, acerqué mi mano con semen a la cara…, lo olí, puse cara de intriga (realmente huele, pero no sabría decir a qué huele), di un lametón a mi mano donde había semen, o sea, lo probé… y como no me pareció que supiera mal, seguí lamiendo el semen de mi mano. Mi hermano aprobó que no me disgustara, y me dijo que hiciera lo mismo con su polla, que seguía saliendo leche a borbotones, e iba derramándose por su polla manchando sus huevos. Pues vale: como no me da tanto asco como podría esperar, pues le voy chupando la punta de su polla, y por todo el tallo de su pene hasta sus huevos. Primera vez que tomo semen. No es que esté muy rico, pero tampoco está desagradable.

Y, una vez que ya he tomado semen, pues de ahí que ya no me diera asco tomarlo otras veces (incluso el mío). Ese verano seguí haciendo pajas a mi hermano. Lo mismo estábamos en un centro comercial y me decía: - “Ven conmigo al lavabo, que se me ha puesto dura”. Nos metíamos los dos en el cuarto de baño, cerrábamos la puerta y se sacaba la polla para que le pajease. Y ahí, o le pajeaba un rato y luego salíamos…, o le pajeaba hasta el final y le chupaba la polla, tragándome el semen dejándole la polla limpia; el caso es que hubiese un poco de discreción, y que nadie nos viese metiéndonos juntos en el mismo wáter. Tenía que pajearle en silencio (no decíamos ni pío) para que no se notase nada. ¿Más sitios que no fuesen mi casa? En sitios públicos, solo podía pajearle poco tiempo (yo creo que a mi hermano también le daba mucho morbo que le pajease en esos sitios… o es que casi siempre estaba salido, jajaja): Ya he dicho que en algunos lavabos de centros comerciales; en los lavabos del colegio (pero aquí era poco tiempo porque siempre tenían mucho movimiento)… 

En casa de familiares…, pero siempre éramos los dos solos (un secreto de los dos que ninguno queríamos desvelar); en el campo; en la montaña (eso en verano, si hacíamos alguna excursión, siempre se la arreglaba mi hermano como para ir conmigo a algún sitio solitario y allí sacar su polla para que le pajeara, y, dependiendo de si había tiempo o no, correrse); en la playa (en la misma playa, no. Fue una vez dentro del agua). Yo me he pajeado años más tarde en el mar, sabiendo que de cuello para abajo no pueden ver desde la orilla qué hago con mi polla (y buenas ristras de leche he dejado para que se la beban los peces, jejeje). 

Con mi hermano, ahora que lo pienso, la situación era más exhibicionista, pues no es lo mismo pajearse solo dentro del mar, que te pajee alguien. Desde la orilla alguien nos podía haber visto demasiado juntos…, aunque tampoco tienen por qué pensar mal, pues éramos hermanos y podríamos estar jugando. Jejeje, pues sí, estábamos jugando, pero a unos juegos de mayores. Pues eso, que me dijo mi hermano en la playa que si le pajeaba y yo no dije nada porque no sabía dónde podría hacerlo. – “En el agua. Nos metemos en el agua y me pajeas allí”, afirmó. Y allá que fuimos…, y en un sitio sin gente a un montón de metros de la orilla, se bajó el bañador a la mitad de la pierna de modo que mostrase el culo y el rabo (cubierto bajo el agua. Desde lejos no se vería…, pero yo que estaba al lado, sí lo veía). Pues ahí que fue mi mano a agarrar ese pene que ya estaba tieso y, ¡hala!, a darle al mete y saca. No llegó a correrse porque tampoco estuvimos mucho tiempo con el pajote (supongo que al final no convenía estar mucho tiempo así)…, pero ese pajote bajo el mar me sigue emocionando con el tiempo y, ya lo he dicho, he llegado a hacerme pajas yo solo bajo el mar. Es un morbo especial…; te pajeas casi en público, jeje.



martes, 27 de octubre de 2015

Sin mariconadas eh..


-Hija de puta, calientapollas – gritó Juan entrando por la puerta

-¿Qué pasa, tío?

-Toda la noche metiéndole mano a Sonia y la muy jodía dice que tiene que irse, dejándome con el calentón.

-Jajajaja. Pues ya sabes, a lavar a mano

-Cabrón.

-Jajaja

Julio no dejaba de reírse mientras Juan se encerraba en el baño. Al poco tiempo, salía más relajado.

-Vaya desperdicio de paja, coño – dijo Juan, sentándose al lado de Julio.

Julio y Juan compartían un piso de estudiantes. Ambos estudiaban en la misma facultad, y ambos tenían los mismos problemas con las mujeres. Mojaban poco. Casi todas las noches volvían a casa de vacío.

Bueno, más que de vacío, llenos. Con los huevos llenos. Y como la inmensa mayoría de los jóvenes, se tenían que conformar con sus ‘cinco amiguitos’. Esos que siempre están dispuestos. Que nunca dicen que no. Nunca les duele la cabeza. Nunca están en ‘los días’. No tienes que decirles ‘te quiero’. No tienes que sacarlos a pasear, ni comprarles cosas. Además de conocen desde pequeñito. Saben la presión justa que tienen que hacer. Cuando apretar, cuando soltar. Ya lo cantó Roberto Carlos..”Sois mis amigos del alma realmente mis amigos”. Aunque la versión que conocemos la cambió por “Tú eres mi amigo del alma realmente un amigo”. ¡La censura!

Como todo joven que se precie, tenían su buena colección de revistas y pelis guarras. Al vivir solos, no tenían que estar escondiéndolas de sus madres, cosa por otra parte inútil porque ellas saben que las tienes. Como saben lo que haces cuando te encierras en el baño un buen rato y sales acalorado. Pero son buenas y se callan.

Y como buenos compañeros, se las intercambiaban.

Una noche que no tenían plan, estaban los dos viendo la tele, aburridos. ¿Y qué hace un joven aburrido que no tiene nada mejor que hacer? Pues ver porno.

-Juan, joder. Sábado por la noche y los dos aquí sin pillar cacho.

-Y encima en la tele no ponen nada, tío. Vaya mierda.
-¿Nos ponemos una peli?

-¿Rambo?

-Coño, no. Una porno, joder.

-Claro, para ponerme cachondo y tener que cascármela luego.

-¿No te la vas a cascar de todas maneras?
-Pues…sí

-Pues entonces al menos te calientas bien.

-Vale. Pero pon una bien guarra.

Julio rebuscó en su amplio repertorio fílmico.

-Ummm…gorditas..no….lésbicas…no…zoofilia…no estoy para animalitos…ummm ¡Ésta!

Puso una de japonesas. Le gustaban las japonesitas. Tan chiquitas, tan lindas. Y tan guarrindongas.

Se pusieron a ver la película. Cuando la primera japonesita ya estaba cubierta de semen, los dos tenían las pollas a tope, formando sus buenos bultos en los pantalones.

-Joder, Julio. Esta no la había visto.

-¿Es buena, eh?

-Uf, tengo la polla a reventar. Si no estuvieras delante me cascaba un pajote ahora mismo. Pero mira….si casi no se le ve la cara a la chica.

-Pues por mí no te cortes, tío. Dale al manubrio.

-Coño, me da cosa.

-Jajaja. No me digas que te da vergüenza que te vea la polla.

-¡Pues sí, qué quieres!

-Yo también estoy palote. Y no voy a esperar a que te vayas a la cama.

Julio, para asombre de su compañero, se bajó la bragueta, se sacó la polla y se empezó a hacer una buena paja mirando como la segunda japonesa era rodeada por docenas de pollas. Juan lo miró, incrédulo.

-Vaya, no te cortas ni un pelo – dijo Juan.

-Cuando estoy caliente me da lo mismo 8 que 80.

Juan miró la película. La chinita ( para él todas las asiáticas era chinas) abría la boca mientras chinito tras chinito se la iba llenando de leche. No aguantó más y sin mirar a Julio, se bajó la bragueta y se empezó a pajear también.

Julio lo miró de reojo.

-Al final te decidiste, éh?

-Uf, estoy a punto de reventar.

-Y yo. ¡ Coño, el papel!

Ninguno de los dos había previsto las consecuencias de las improvisadas pajas. Pero estaban tan calientes que ni tiempo de buscar algo tuvieron. Se corrieron encima, cada uno en su propio pecho, dejando los camisas bastante pringosas.

-Vaya corrida, tío.

-Pues la tuya no se queda atrás.

Los rieron con ganas. Se fueron a limpiar y a cambiar de ropa. Eran buenos camaradas.

No tardó mucho en presentarse otra ocasión parecida. Esta vez Juan ya no tuvo problemas en sacarse la polla y pajearse delante de su amigo. Y esta vez iban preparados con un buen manojo de papel para recoger el fruto de su compartido onanismo.
Las pajas juntos viendo películas se convirtieron al algo habitual. Superados los primeros temores y vergüenzas, empezaron los retos.

¿Quién no ha competido de pequeño con sus amigos para ver quien meaba más lejos? Pues una noche, mientras veían como dos preciosas rubias le comían la polla a un negrazo impresionante, Julio, el más lanzado, dijo.

-A ver quien se corre antes.

Juan era muy competitivo, así que aceptó el reto. Miraban la peli, y de reojo la mano del otro subir y bajar por su polla. Los dos querían ganar, así que las pajas eran furiosas. Llegó un momento en que se olvidaron de la película y cada uno miraba fijamente como el otro se masturbaba como un loco.

Ganó Juan, que lanzando un gemido de placer llenó su pecho de varios chorros de espeso y blanco semen. Segundos después, Julio hacía lo propio en el suyo.

-Jajaja. He ganado, he ganado – dijo Juan, contento y canturreando.

-Grrrr, sip.

-Coño!! ¿Y qué nos habíamos apostado?

-Jajajaja. Nada. No quedamos en nada.
-Capullo.

-Jajaja.

La siguiente sesión pajeatoria ( no lo busquen en el diccionario. No está) fue el punto de inflexión en la relación de los dos amigos. La película elegida no era para tirar cohetes. Más bien flojilla. Julio le soltó.

-Oye Juan..¿Por qué no nos hacemos una paja?

Juan lo miró, con el ceño fruncido.

-Coño, pero si llevamos 10 minutos meneándonoslas.

-No, me refiero a…yo a ti y tú a mí..Pero sin mariconadas.

Juan se partió de risa.

-Jajaja! Sin mariconadas. Como en Torrente! jajaja ( Torrente, para los que no lo sepan, es una película española en la que Torrente le dice a un chico “¿Nos hacemos unas pajillas?, pero sin mariconadas”)

-Va en serio, tío.

Juan se puso serio también.

-No me digas ahora que me has salido mariquita.

-Que no, joder. Pero estoy harto de cascármela yo, de no pillar un bueno chochito facilón, de no tener un puto céntimo para irme de putas. Somos amigos, ¿No? ¿Qué hay de malo? No somos homosexuales. Ni tú ni yo. Nadie se va a enterar..

-No sé, tío. Creo que se me aflojaría la polla si me la tocas.

-¿Probamos? Si no…nos gusta, lo dejamos y aquí no ha pasado nada.

Juan, aunque la peli no fuera muy buena, estaba bastante cachondo. Lo que su amigo le pedía le parecía raro, la verdad, pero con el rabo tieso hay menos sangre en la cabeza ( la de encima de los hombros) y se piensa con menos agudeza. Julio notó que su amigo dudaba.

-Si quieres empiezo yo.

-No sé..

Julio no esperó a que Juan se decidiera. Se sentó a su lado y alargó la mano hasta ponerla sobre la mano de Juan. Juan quitó la suya, y Julio cogió su polla.

-Pues no se te afloja. Está dura.

Era la primera polla sin ser la suya que tocaba Julio. Empezó a mover la mano, suavemente, arriba, abajo. Miró a Juan.

-¿Sigo?

-Uf…sí..sigue.

Aumentó el ritmo. Juan miraba como su amigo le hacía una estupenda paja. Lo hacía mejor que las pocas chicas que le había hecho una. Sólo un hombre sabe como hacer una paja como dios manda.

-Agggg cabrón..que gusto..sigue..sigue…Me vas a vaciar los huevos..

Julio notó en Juan las mismas señales que él emitía cuando se iba a correr. Gemidos más fuertes, el cuerpo tensándose, a polla endureciéndose más, y luego, el primer chorro que salía disparado de la polla de Juan para estrellarse contra su barriga. Julio acompañó cada espasmo de la polla con apretándola, lo que hacía que los chorros saliesen con más fuerza. Juan gemía de placer, con los ojos cerrados.

Cuando los abrió y miró, vio su pecho y barriga cubiertos por su semen. La mano de Julio, aún agarrando su polla, también estaba cubierta. Julio sonreía.

-¿Te ha gustado?

-Wow. Vaya pajote. Que gustazo, tío.

-Te toca.

Juan miró la polla de Julio, que daba saltitos solas, llena de excitación. Ahora no sería justo echarse para atrás, así que como hiciera antes Julio, alargó la mano, agarró la polla de su amigo y empezó a devolverle la paja.

Julio gemía también de placer. No aguantó mucho y se corrió entre gruñidos de placer. Los dos amigos se miraron. Ambos con las manos llenas del semen del otro. Ambos con las barrigas cubiertas de su leche.

-Pero sin mariconadas, eh? -dijo Juan

Los dos rieron con ganas, haciendo que la tensión del momento desapareciera.

Esa noche, Juan, acostado en su cama, pensaba en lo que Julio y él habían hecho. No se sentía gay. Le seguían gustando las mujeres. Pero tuvo que reconocer que le había gustado mucho la paja que le hizo Julio. Y que hacerle una a él no fue tan..malo.

Al día siguiente, sin embargo, los dos ya con toda la sangre en la cabeza ( la de encima de los hombros), sentían un poco de vergüenza, así que hicieron como si no hubiese pasado nada. Dejaron incluso un par de días de ver pelis juntos, y volvieron a las pajas solitarias.

Juan incluso ligó con una chica y se lo restregó a Julio por la cara.

-Jaja, capullito. Esta noche la meto en caliente, seguro. Me han dicho que esa tal Dolores en un volcán en la cama.

-No será para tanto. No será para tanto.

-Espero que me deje sequito. Jajaja

-Suerte, compadre.

Suerte. Sí, sí. Resultó que la tal Dolores, a pesar de tener una merecida fama de calentorra, tenía dolores. Dolores menstruales, que la tenían de mala leche.

Juan intentó meterle mano varias veces, pero ella le decía que no. Que es noche no tenía el horno para bollos. Él insistió, hasta que ella, de mala leche, le dijo que la dejara en paz.

-Joder tía, ¿Qué te pasa?

-Pues que me duelen los ovarios, coño.

-Mierda. Pues tómate un saldeva.

-Vete a la mierda, tío.

Juan estaba desesperado, con la polla a tope. Dolores estaba buena, y tenía un precioso par de tetas y un culito redondito y respingón.

-¿Me la chupas?

-No.

-Joder. Pues una pajilla, al menos.

-Vete a la mierda tío. Que te la menee tu madre.

Lo dejó compuesto y sin paja. Se volvió a su casa con el rabo entre las piernas. Con el rabo tieso, se entiende.
Por el portazo que dio y el ‘joder’, Julio comprendió que no había sido una buena noche.

-¿Qué?¿Calabazas?

-Jodía Dolores. ¿Pues no va la tía y me dice que le duelen los ovarios? ¿Qué más le daba hacerme una mamadita o un simple pajote? Las manos no le dolían, coño.

Julio miraba divertido a su amigo. Vio que tenía un gran bulto en los pantalones. Se apiadó de él.

-Si quieres, te hago yo una paja… sin mariconadas.

Juan estuvo a punto de mandarlo a la mierda, pero estaba cachondo, necesitaba descargar las frustración que tenía. La frustración y los huevos, todo hay que decirlo. Qué más daba si la paja se la hacía Dolores o Julio. Además, en esos momentos le caía mejor Julio que la zorra de Dolores. Así que se acercó a su amigo, que estaba sentado y se quedó de pie, a su lado.

No hicieron falta más palabras. Julio alargó una mano, le bajó la bragueta, y con dificultad consiguió sacarle la dura polla. La agarró y empezó una suave y lenta paja. Los dos amigos se miraron, y sonrieron.

-Gracias tío…ummmmm que bien lo haces, cabrón.
-¿Sí?

-Seguro que la meneas mejor que Dolores.

Julio se dio cuenta de que su propia polla estaba dura. Y no era por ninguna película. Era por hacerle una paja a Juan, por tocar su polla. Le gustaba aquella polla, sentirla en su mano. Caliente, dura.

-Aggggg que bien.. sigue….sigue…

Miró a Juan, que había levantado la cabeza y cerrado los ojos, disfrutando del estupendo pajote que le hacía. Volvió a mirar la polla. Vio que de la punta empezaba a salir líquido pre seminal. Con el pulgar lo quitó, pero salía más. Juan debía de estar muy cachondo. Y él también. Sus ojos seguían clavados en la polla que se deslizaba entre sus manos. ¿A qué sabría ese líquido?

Acercó su cara, sacó la lengua y lamió el capullo de la polla de Juan. Éste, al sentirlo abrió los ojos y miró a su amigo, que con la boca a escasos centímetros de su polla lo miraba. Durante unos segundos se quedaron mirándose. Y entonces, Juan acercó una mano a la cabeza de Julio y lo atrajo hacia su polla.

-Cómeme la polla.

No tuvo que hacer fuerza. Julio abrió la boca y se la metió dentro, empezando su primera mamada. Como hombre, sabía perfectamente como le gusta a un hombre que le chupen la polla, así que se arrodilló en el suelo delante de Juan y se agachó para que su cabeza quedara más abajo que la polla. Tenía que levantar la cabeza, y eso permitía a Juan tener una visión perfecta de su polla en su boca.

A Julio le gustó mucho ver la cara de placer de su amigo, que lo miraba desde arriba. Empezó a mover la cabeza, arriba y abajo. Se sacaba la polla y se la pasaba por la cara, sin dejar de mirar a Juan.

-Aggggggggg que bien..lo haces….

Juan llevó una de sus manos a la cabeza de Julio y llevó el ritmo de la mamada. Su gran amigo, un hombre, le estaba haciendo la que sin duda era la mejor mamada de su vida.. Como hacía cuando alguna mujer se dignaba chuparle la polla, le avisó que se iba a correr. Esperaba que como habían hecho todas, Julio se sacara la polla de la boca y lo hiciera correr con la mano.

Pero Julio no se la sacó de la boca. Siguió mamando con más ganas hasta que Juan no pudo más y se empezó a correr.

¡Y qué corrida! – Gimiendo como un loco de puro placer, empezó a llenarle la boca de caliente semen a Julio, que intentó tragárselo todo, pero debido a la inexperiencia y a la gran cantidad de leche, gran parte se le salió de la boca y bajó por su barbilla y su cuello. Juan, en la cumbre máxima del placer, miraba como su amigo del alma, con los ojos cerrados, se tragaba lo que podía de su inmensa corrida. Oía el sonido de la garganta al tragar.

Cuando el orgasmo terminó, se quedaron mirándose. La polla aún en la boca. Juan respirando agitadamente.
Julio se sacó la polla, aún bastante dura, de la boca.

-Vaya mamada. Me has dejado sequito.

-A mi…también.

-Coño. ¿Eres gay?

-No…. No lo sé. Juan…

-Dime

-Estoy..cachondo.

-No te la voy a chupar.

-Hazme un paja

Era justo. Se sentó a su lado.

-Sácatela.

Julio se bajó la bragueta y se sacó la polla. Juan enseguida se la empezó a menear. En menos de 10 segundos la polla empezó a escupir su blanco contenido, esparciéndolo sobre su pecho y barriga, así como sobre la mano de Juan.

-Joder, si que estabas cachondo, Julio.

-A tope tío.

-¿Te puso cachondo chuparme la polla?

Julio cogió la polla de Juan, aún dura, y la empezó a menear con suavidad. Cada uno tenía la polla del otro en la mano.

-Pues…la verdad es que sí.

-Hazme otra mamada. Sigo cachondo.

-Quítate los pantalones

En un santiamén Juan se quitó los pantalones y los gayumbos y se sentó cómodamente en el sofá. Julio se arrodilló entre sus piernas, mirando la polla que sin saber por qué tanto le atraía
.
-Cierra los ojos- le dijo- imagina que soy una mujer.

-Y una mierda. Me gusta ver como me la chupan.

Julio sonrió y se acercó. Sacó la lengua y la pasó a lo largo de la tiesa polla de Juan, desde la punta hasta los huevos, que lamió y chupó uno a uno. Luego, volvió a subir lamiendo hasta llegar al capullo. Lo chupó y después se metió la polla en la boca, empezando a mamar.

Juan miraba como su amigo le chupaba la polla. Lo hacía muy bien, el muy cabrito, dándole mucho gusto. Y en los ojos de Julio, fijos en los suyos, veía que él también disfrutaba de la mamada.

-A ver si puedes tragarte toda la polla, mamona.

Julio aceptó el reto y lentamente se fue metiendo más y más la polla. Llegó un momento en que tuvo arcadas, y con lágrimas en los ojos, se la sacó de la boca. Un hilillo de saliva colgaba desde su boca hasta la polla.

-Que no se diga. Inténtalo otra vez – ordenó Juan

Ahora aguantó la arcada y siguió metiéndosela. Sus labios llegaron al pubis. Tenía toda la polla en la boca, alojada en la garganta. Se sintió…orgulloso.

-Ummmm joder Julio…lo has conseguido. Eres una mamona de primera.

La mamada fue larga, lenta, llena de miradas, profunda. Juan gozó cada segundo. Y Julio también, pues se hacía una paja mientras le comía la polla a su amigo.

Esta vez ni una sólo gota se semen fue desperdiciada. Toda la leche bajó por la garganta de Julio hasta su estómago. El suelo también recibió su ración del semen de Julio, que lentamente se sacó la polla de la boca.

-Vaya mamada, tío. Mejor que cualquier mujer.

-Mierda, Juan. Me he corrido chupándote la polla. Me da que soy un poquito…mariquita.

-Jajajaja. ¿Y qué?

-Pues..que a mí lo que me gustan son las tetorras, los coños, los chichis, los potorros, los conejos, las conchas..
-Y mi polla

-Joder, y tu polla.

-Jajajaja.

Se fueron a dormir relajaditos los dos. Julio un poco más preocupado por su descubrimiento. Pero que coño. Si le gustaba, pues le gustaba y ya está. No era de los que se comían mucho el coco.

Por la mañana, Juan se levantó con la polla tiesa. No era una novedad. Siempre se levantaba con la polla tiesa. Alguna paja solía caer, si tenía tiempo. Tenía tiempo, pero en vez de una paja le apetecía más una de las estupendas mamadas de Julio, así que sin gayumbos y con la tiesa polla meneándose hacia todos los lados, se fue para el cuarto del nuevo mamador.

Estaba dormido. Sin hacer ruido se acercó y se arrodilló al lado de su cara. Le empezó a pasar la polla hasta despertarlo.

-Buenos día, tío. ¿Me comes la polla? Estoy cachondo perdío.

Julio, aún medio dormido, abrió la boca y Juan le metió la polla. Más que una mamada fue una follada de boca. Julio también se solía despertar con la polla tiesa. Juan vio la tienda de campaña bajo la sábana. No era justo que su mamador amigo no recibiera nada a cambio, así que se puso de manera que llegó con la mano derecha a la polla de Julio.

Mientras le follaba la boca, le hacía una buen pajote. Los dos muchachos gemían de placer, Juan por la mamada y Julio por la paja ( y por la mamada). Le gustaba tener la polla en la boca, oír a Juan gemir de placer.

-Agggg mamona…me vas a vaciar los huevos…

Eso hizo que Julio mamara con más ritmo, con más fuerza, y que se corriera, llenándole la mano a Juan de semen. Juan le soltó la polla y se miró la mano. La caliente leche de Julio le goteaba. Entonces, sin saber por qué, llevó la mano a la cara de Julio y le esparció su propia leche por la cara. Julio lo miró, sin dejar de mamar.

-Me corro tío, me corroooooooo

Las chicas que se la habían mamado nunca permitieron que se corriera en sus bocas, y menos aún en sus caras. Pero Julio no era una chica. Se había tragado con gusto su corrida dos veces. Después del primer chorro, le sacó la polla de la boca y se terminó de correr sobre su cara. Julio dejó la boca abierta.

La corrida mañanera fue bien abundante y sabrosa. Lo que le cayó en la boca, Julio se lo tragó con gusto. El resto también, pues Juan lo fue acercando a su boca con la polla, que Julio iba chupando.

Juan no sería gay, pero dejó de salir con mujeres. Con ellas no tenía más que calentones y muy de vez en cuando, algún polvete. Con Julio todo era más sencillo. Se la chupaba siempre que lo deseaba, y sólo tenía que meneársela a cambio.

Julio estaba encantado. Le gustaba cada vez más chupársela a Juan. Se hizo un experto en tragarse su polla.

Una tarde, en que arrodillado en el suelo con Juan de pie le comía la polla, le dijo.

-Juan, me da a mí que al final voy a ser mariquita, tío.

-No serás mariquita hasta que no te den por el culo. Tranquilo y sigue mamando.

-¿Quieres follarme?

-Joder. Pues sí, eres gay. No hay duda.

-¿Me follas?

-Te voy a romper el culito.

Julio se levantó y fue al baño a por crema. A mitad de camino, se paró en seco.

-Coño, somos dos tíos que viven solos. No tenemos cremas. JUAN! joder, no tenemos cremas.

-Espera.

Juan salió corriendo a su cuarto y volvió con un tubo de crema lubricante casi vacío.

-¿Y eso?

-Jeje, me gusta hacerme un buen pajote con las manos pringositas, aunque hace tiempo que no me hago pajas. Todavía queda un poco.

Julio se puso sentado en el sofá, con el culo en el borde. Juan se arrodilló en el suelo. Le dio el tubo de crema. Vio como su amigo se ponía una buena cantidad en los dedos y se untaba el culo. Los dos pollas estaban duras y listas.

-¿Estás seguro, Julito?

-Pues..no. Así que date prisa no vaya a ser que me arrepienta.

-De eso nada.

Acercó la polla al lubricado esfínter y empezó a empujar. Le costó meter la punta, pero con un golpe, la coló.
-Aggggggg coño, duele.

-No seas quejica.

-Jajajaja. ¿Eso les dices a las mujeres?

-Jajajaja. Pues no. Ninguna me ha dejado acercarme a su puerta trasera.

-Ve despacito.

Y fue despacito. La polla poco a poco se fue metiendo en el cálido y muy apretado culito de Julio.

-Ummmm tío..que gusto….que apretado estás.

-Siento que me vas a partir en dos. Métela toda.

Y toda la metió, hasta los huevos. La polla de Julio se movía sola.

-Uf, ya está. Tu primera enculada.

-Fóllame despacito. Me duele, pero también me gusta.

-Joder, y a mí.

Le sacó la polla hasta la mitad y se la volvió a meter. Poco a poco Julio se fue relajando y la velocidad de la enculada aumentó. Juan sentía mucho placer. Gemía. Julio también.

-Agggggggg que rico tío…dame por el culo…Tienes que probar.

-El mariquita eres tú.

-Fóllame más

Se lo empezó a follar más fuerte, metiéndole la polla hasta el fondo, con fuerza. Ya no había dolor, sólo placer. Placer que aumentó cuando Juan le cogió la polla y lo pajeó mientras lo enculaba. Los dos amigos, casi amantes, se miraban mientras follaban.

El doble placer que recibía Julio fue demasiado se corrió entre espasmos y gemidos, rociando su pecho con una impresionante cantidad de semen. Juan, sin dejar de encularlo, se lo esparció como si fuera crema solar.

-Te voy a llenar el culo de leche. Aggggggg que rico….te voy a follar todos los días, mariquita de mierdaaaaaaaaaaaaaa.

Julio sintió como el hirviente semen de Juan le golpeaba por dentro. Le encantó aquella sensación, aquel calor que lo quemaba por dentro.

Juan se quedó un rato mirándolo. No había sentido tanto placer follándose a una mujer. Le sacó la polla y se sentó al lado de Julio. Los dos con las respiraciones agitadas. Se miraron, y sonrieron.

Entonces, lentamente, Julio se acercó a él, acercó sus labios a los suyos, y lo besó. Un tierno beso que se transformó en un buen morreo. Juan cerró los ojos y abrió la boca. Las lenguas de los dos se entrelazaron la una con la otra. Se abrazaron, se acariciaron. Sintieron sus duras pollas frotarse la una contra la otra.

-Juan…si soy gay no me importa. Me ha encantado que me follases.

-Julito, amigo mío, a mí también me ha gustado mucho. Vete acostumbrándote.

-jajajaja. Voy a darme una duchita. Estoy todo pringoso.

Mientras Julio de duchaba, Juan pensaba en todo lo que estaba pasando. En lo que sentía. En lo que gozaba. En las malditas etiquetas. Hétero, gay. Mierdas.

Se levantó y fue al baño. Julio seguía en la ducha. Se desnudó y se metió en la bañara con él. Se volvieron a besar. Las pollas se volvieron a rozar la una contra la otra. Y Juan, lentamente se arrodilló delante de Julio. Se pasó su polla por la cara y se la metió en la boca.

-Ummm Juan….gracias…lo deseaba tanto…

-Y yo. Pero no quería reconocerlo.

Fue su primera mamada. La primera vez que una polla se corrió en su boca. La primera vez que se tragó el semen de Julio. Pero no fue la única. Vinieron muchas más. A los pocos días Julio le llenó el culito, primero de polla y después de leche.