Era el mes de agosto y yo estaba veraneando en una playa de Huelva con mi familia. Cada día iba a la playa y me deleitaba viendo esos pedazos de cuerpos en bañador que se suelen ver en verano. Me ponía con mi toalla cerca de la orilla para fijarme bien en los paquetes de los tíos cuando salían del agua con los bañadores bien pegados a sus largas pollas y a sus gordos huevazos. Había algunos que llevaban unos speedo tan pequeños y paqueteros que no le cubrían nada: por arriba le salían todos los pelos púbicos y por abajo se les veía parte de los cojones. Yo me ponía mis gafas de sol para disimular mis miradas, para que no vieran que les miraba el paquete. Por cierto, casi siempre estaba tumbado boca abajo para que no se me notara lo empalmado que estaba. Muchos días estaba tan caliente que me metía en el mar a cascarme una paja, porque llegaba la hora de irme a casa y no había quien bajara mi verga.
Un día comencé a pasear por la playa hasta bien lejos, quería llegar hasta donde ya no hubiera nadie y tumbarme en la arena desnudo sin que nadie me viera. Pensaba tomar un rato el sol y masturbarme después suavemente oyendo el romper de las olas mientras se ponía el sol. Comencé a caminar y poco a poco la playa se fue quedando vacía, cada vez había menos gente. Ya sólo había parejitas dándose el lote sin ningún reparo y muchas de las tías estaban con las tetas al aire. Yo me fijaba de nuevo en los tíos y en sus bultos, viendo como varios de ellos la tenían bien tiesa por los magreos que se estaban dando con sus novias. De pronto se acabaron las parejas y cuando ya creía que iba a estar solo me llevé una sorpresa. A lo lejos vi a alguien parado frente al mar, aunque no distinguía lo que descubrí al acercarme: era un tío y estaba desnudo. Al pasar por su lado, a unos dos metros, se quedó mirándome de arriba abajo mientras yo le miraba la polla de reojo. Por cierto, no la tenía nada mal.
Seguí paseando ya con la polla tiesa bajo mi bañador. Más adelante se veía más gente y quería averiguar qué pasaba allí. Me fui acercando y descubrí que todos eran tíos y todos estaban desnudos. Algunos estaban emparejados tomando el sol juntitos e incluso abrazados con los culitos bien morenos. ¡Acababa de descubrir una playa nudista gay!. Yo estaba a mil y aunque me intentaba tapar con la toalla se me notaba que estaba empalmadísimo. Hay que decir que mi polla mide unos 18 ó 19 cm, es bastante larga como todo mi cuerpo (mido 1.84 m). Pues bien, como ya estaba cansado de andar y el paisaje era inmejorable, eché mi toalla en la arena y me tumbé. No me atrevía a quitarme el bañador, pero al rato me decidí y me lo quité tumbándome boca abajo, no quería que cualquiera viera mi polla empalmada. Los tios tomaban el sol con todo al aire, unos boca arriba con la polla a la vista y otros boca abajo con el culete invitando a una buena follada. En fin, estaba en el paraíso. En total estaríamos unos diez no demasiado alejados unos de otros. Había un par de vejetes con el pito ya un poco arrugado que iban a alegrarse la vista, varios entre 25 y 45 años y varios con menos de 25. Yo enseguida comencé a fijarme en el más joven (unos 20 años) y que era el que estaba más bueno.Había puesto mi toalla cerca de él (a unos 5 metros) para poder verlo bien y que él también se fijara en mí. Hay que decir que yo no estoy nada nada mal y sobre todo desnudo....
Como era la primera vez que iba no sabía de qué iba el rollo, pero pronto me di cuenta. Dos de los que tenían unos 35 años se acercaron mientras paseaban por la orilla, se dijeron algo y se fueron juntos hacia las dunas. Como en esa parte ya no hay pisos, lo que hay son dunas de arena y matorrales perfectos para montárselo con alguien. Yo no veía lo que hacían, pero me lo imaginaba y tenía ya el rabo a punto de estallar, estaba morado y con todas las venas reventando. Uno de los vejetes y otro paseaban cerca de donde se habían ido los dos para espiarlos y calentarse. De hecho, al que tendría unos 40 años se le puso la polla tiesa. El tío entonces se acercó a mi sin cortarse un pelo y me pidió un cigarro. Mientras se lo daba me tocó el culo, pero yo le aparté la mano y entonces se fue rápidamente con el rabo entre las piernas. No estaba mal, pero era mayor para mí y yo me quería liar con el macizo que tenía al lado.
Los dos nos mirábamos de reojo pero ninguno se movía de la toalla. Él (Miguel como me enteré después) se puso entonces de lado y le pude ver todo. No estaba empalmado, pero al ver esa polla y esos cojonazos me entró un escalofrío por todo el cuerpo. Él sabía que lo miraba y por eso se puso mirando hacia donde yo estaba, para que le viera el pedazo de cipote que tenía. De todas formas me hubiera gustado, porque tenía un cuerpo perfecto de gimnasio con todos los músculos bien marcados. Yo entre la calentura y el sol estaba que no podía más, necesitaba darme un baño en el mar y refrescarme, pero me daba vergüenza que me vieran empalmado, aunque ya había varios cerca de las dunas que estaban con el chisme tieso paseando y ligando.
Ya sólo quedábamos tres (un cuarentón, Miguel y yo). Entonces Miguel se levantó y se dirigió hacia el mar mientras su polla se movía acompañando a sus pasos, era para haberlo grabado en vídeo. Se metió en el mar y estuvo nadando un rato. El otro tío se bañó también y vi como se le acercaba. Temí que se lo ligara y me lo quitara a mí, pero al decirle algo, Miguel salió del mar y se tumbó de nuevo en su toalla, mirándome al pasar por mi lado. El otro salió del mar, se puso el bañador, cogió sus cosas y se fue. Por fin me quedaba a solas con ese pedazo de tío, cosa que creo que él también estaba esperando.
Ya no me daba vergüenza tumbarme boca arriba, así que me di la vuelta y dejé al aire todos mis encantos, mi polla se sintió liberada y estaba más grande que nunca. Miguel me la miró y noté en su cara una sonrisa, lo que me hizo saber definitivamente que era gay y que yo le gustaba. Los dos éramos jóvenes y no muy lanzados, así que estuvimos un buen rato tumbados sin tomar la iniciativa, aunque ya nos mirábamos sin ningún tipo de reparo. Yo ya no podía más y decidí hacer algo. Me levanté con el mástil apuntando al cielo, me pasé la mano acariciándome las pelotas lentamente mientras lo miraba y me dirigí hacia el mar. A los dos minutos de estar bañándome él se levantó y se metió también en el agua. Poco a poco nos fuimos acercando disimuladamente hasta que de pronto estábamos uno frente al otro con el agua a la altura de los pezones. Mi polla se había bajado con el agua fría, pero de pronto se empinó de nuevo. Yo no sabía si a él por fin se le había levantado, así que decidí comprobarlo. Acerqué mi mano a su entrepierna y me encontré con una polla dura y bastante grande, casi como la mía. Miguel me sonrió y con su mano cogió mi polla tiesa mientras sonreía. Por fin nos habíamos decidido y como estábamos solos ya sólo nos quedaba disfrutar sin nadie que nos molestara. Nos abrazamos fuertemente y nuestros nabos se presionaron uno contra el otro, los dos latían igual que nuestros corazones. Comenzamos a besarnos, a meternos las lenguas hasta el fondo de las gargantas, a intercambiar saliva en esos morreos perfectos de dos chicos jovenes y guapos. Nos comimos también los cuellos y los pezones, pero para comer las pollas estaba la cosa difícil porque había que bucear.
Entonces él me dijo que me pusiera en horizontal flotando sobre el agua porque quería verme el pedazo de carne que estaba tocando. Yo me puse en esa posición y dijo:
- ¡Es perfecta, cabrón!.
- ¿Te gusta?.
- Cómo no me va a gustar, es lo mejor que he visto en mi vida.
Entonces me puso una mano en el culo para que no me hundiera y con la otra empezó a masturbarme muy lentamente. Pero claro, como la tenía muy cerca de la boca, pues no se pudo resistir y de pronto comenzó a mamármela. Yo estaba en el paraíso, ni soñando lo hubiera imaginado. Sentí que me corría y le dije:
- Para tío.
- ¿No te gusta?.
- Coño, claro que sí, pero no me quiero correr tan pronto. Además quiero ver tu carajo, que todavía no lo he visto tieso.
- ¿Te apetece salir del agua y que nos lo montemos en las toallas como si fuera una cama?.
- Venga, vamos.
Salimos del agua y por fin le pude ver el pito tieso. Le mediría unos 16 cm, pero estaba duro como una piedra igual que su culo y todo su cuerpo. No me pude resistir y mientras le agarraba el culo le dije:
- Estás muy bueno tío.
- Gracias, tú también.
- Me gusta tu culo y esta polla tan dura.
- Pues tú no te quejes, que la tienes más grande, es enorme.
- Jajaja.
- Jajajaja.
Allí empezamos a morrearnos de nuevo antes de llegar a las toallas. Su polla me la metió entre las piernas por debajo de mis cojones y la mía quedó aprisionada entre los dos ombligos. Estuvimos un buen rato así hasta que decidimos unir las dos toallas y acabar de disfrutar. Nos sentamos con las piernas entrelazadas y nos besamos apasionadamente mientras nuestras pollas y pelotas se rozaban. Yo me tumbé entonces boca arriba y él sobre mí. Empezó a comerme las orejas, el cuello, la boca, los pezones que los tenía de punta de la excitación, el vientre..... y llegó al capullo, a ese trozo de carne morada y que chorreaba líquido preseminal. Se lo metió en la boca y comenzó a mamar y a mamar como un loco mientras me acariciaba y apretaba los pectorales. Yo lo tenía agarrado por la cabeza y le llevaba el ritmo. De pronto lo separé de mi tranca porque me iba a correr y se iba a acabar la historia. Lo senté sobre mi pecho y su linda polla quedó justo delante de mi boca. La cogí con ganas y lo masturbé lentamente, jugaba con su pellejo echándoselo hacia detrás y hacia delante, mientras mi pecho ardía del contacto de sus calientes, gordos, llenos, negros, tersos y peludos cojonazos. Miguel me dijo:
- ¿No me la quieres chupar?.
- Es que soy activo y nunca la he chupado, no me gusta.
- Que quieres hacer entonces, ¿te quieres correr ya mientras te la mamo?.
- Lo que me gustaría es follarte, tío, pero no tengo condones.
- Jajajaja. Si ese es el problema no te preocupes, yo llevo uno en la mochila.
- ¿En serio?. Joder, venías ya preparado para follar.
- Vengo de vez en cuando y se la meto a alguno de esos que se han ido, pero hoy te lo voy a poner a ti para que me la metas..
Entonces metió la mano en la mochila y no sólo sacó el condón, sino también un bote de aceite bronceador. Me dijo:
- Como la tienes muy grande y mi culo es casi virgen me voy a poner un poco de aceite para que no me duela.
- Vale, tú entiendes más de esto.
- ¿Tú no entiendes?.
- Si te digo la verdad nunca he follado, sólo me han hecho pajas y mamadas.
- Uuuummm. O sea, que mi culo va a ser el primero donde entre esta maravilla, me dijo mientras me la volvía a agarrar.
- Pues sí, le contesté mientras le agarraba también su polla.
Comenzamos de nuevo a pajearnos, besarnos, comernos todo el cuerpo. Nos abrazábamos y dábamos vueltas sobre las toallas mientras el sol nos ponía morenos los culos. Yo ya iba a explotar y escupir leche, así que le dije que lo quería follar ya y correrme dentro de su culo. Me puso el condón y se colocó a cuatro patas
- Échame un buen chorro de aceite en el agujero tío, que la tienes taco de gorda y si no me vas a reventar.
- Vale, yo hago lo que me digas, pichabrava.
- Jejeje. Y ponte también en el nabo para que entre mejor.
- ¿Cómo te la meto?.¿De un golpe?.
- Nooooo. Poco a poco, por favor, yo te iré diciendo.
- Vale tío, si te duele me avisas.
Llevé entonces la punta de mi tranca a su agujero, lo cogí por la cintura y comencé a metérsela. Al principio le dolió un poco, pero al momento ya la tenía metida hasta el fondo y mis huevos daban contra la raja de su peludo culo. El cabrón gemía como un loco y yo también. Mientras seguía bombeando me dijo que lo pajeara. Entonces llevé mi mano derecha a su polla y empecé a meneársela. Noté que me iba a correr y se lo dije:
- Me voy a correr tío.
- Espera un poco, vamos a cambiar de postura.
- Si esta es perfecta,¿no?.
- Sí, pero me quiero correr mirándonos a la cara. ¿Te importa que me corra sobre tu vientre y tu pecho?.
- No, después nos bañamos y me limpio.
- Entonces túmbate boca arriba, ya verás que bien.
Me tumbé con la verga tiesa como nunca y Miguel se sentó encima de ella metiéndosela hasta el fondo. Como ya tenía el culo bien abierto le entró muy bien esta vez. La verdad que esa postura estaba de puta madre. Él cabalgaba sobre mi y yo tenía un paisaje maravilloso: su bonita cara con los carnosos labios, sus duros pectorales con sus tiesos pezones, sus marcadas abdominales, su vello púbico y lo mejor de todo, su preciosa y tiesa polla con los negros huevos bien pegados a ella. Mis manos recorrían sus pechos y pellizcaban sus pezones, le metía los dedos en la boca y me los chupaba y sobre todo jugaba con su carajo y se lo meneaba. Él llevaba el ritmo de la follada esta vez y también me pellizcaba los pezones y me metía los dedos en la boca. Entonces me dijo:
- Como sigas pajeándome me corro, para si tú no te corres todavía.
- No, yo ya me corro también, muévete más deprisa.
- Vale, cuando veas que vas a escupir la leche me la meneas rápido y nos corremos a la vez.
- Sigue, sigue, rápido, no pares.
- Aaaahhhhh, aahhh.
- Sigueeee, aahhhhh.
Noté que me corría y le dí varios meneos rápidos a la polla del colega. Mientras tenía el orgasmo y notaba que el condón se llenaba de lefa bien caliente, la verga de Miguel empezó a trempar y echar leche. Le salieron cuatro chorros impresionantes que llenaron todo mi cuerpo. Si no muevo la cabeza me entra justo en la boca el primer chorro a presión que le salió. Todo mi vientre y mis pectorales estaban llenos de su semen. Entonces se sacó mi polla del culo y vimos como el condón estaba rebosando, yo creo que nunca me había corrido tanto. Me lo quité y nos fuimos a darnos un baño en el mar para limpiarnos bien. Miguel me dijo:
- Tío, nunca había disfrutado tanto.
- Yo tampoco, en serio. Eres el tío más bueno que me he ligado y además al primero que se la he metido.
- Tu polla ha sido la más grande que me ha follado y la que más me ha gustado, lo has hecho muy bien.
- A partir de hoy voy a follar más y me voy a dejar de simples pajotes y mamadas.
- Pues cuando quieras repetimos, que todavía quedan dos semanas de verano. Yo voy a venir todos los días a esperarte a última hora de la tarde, así que cuando quieras.....
Entonces le agarré la cara, le dí un morreo bueno y le dije mientras me iba: "mañana nos vemos". Al día siguiente volvimos a follar como leones y al otro y al otro y todos hasta que se acabó el mejor verano de mi vida.
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