jueves, 30 de enero de 2014

Melancolía rosa


Homoerotic Potpourri

Andaba por la ciudad con un amigo. No teníamos ningún plan. Simplemente caminamos por el casco antiguo.

Todo el rato estuvo haciendo comentarios estúpidos sobre las chicas. Ya me estaba desesperando, pero no dije nada.

Necesitaba orinar urgentemente, así que fuimos a un baño público. Ahí fue cuando mi amigo Jan dijo algo como:

¡Cuida tu culo! ¿Qué quieres decir?, le pregunté. ¿No sabes que este baño es un sitio de "cruising"? ¿Un sitio de CRUISING?, pregunté sin tener ni idea. Tío, estás en la parra Un folladero donde los tíos se enrollan. ¡Maricones! ¿Entiendes?

Me dio una palmada en el hombro- Los encogí, indiferente:

Da igual, tengo que mear.

Pero sus palabras me revolvían por dentro. Pensaba en la clase de gimnasia. En la ducha de después. ¡ME ENCANTABA! Yo miraba a escondidas a ciertos chicos, comparando sus cuerpos con el mío, y mis sentimientos algunas veces me avergonzaban...

"GAY"

Palabras que nunca salieron de mi boca. Tenía tanto miedo de que se dieran cuenta... "GAY", "CRUISING", una nueva palabra: CRUISING

Fuí a los servicios públicos y eché un vistazo- Aparte de un hombre en un meadero, no ví a nadie más. Ningun acto sexual a la vista. Y luego me pregunté cómo mi amigo sabía de esto. Oriné rápidamente y salí. Entonces:

¿Todavía tienes el trasero de una pieza?, bromeó. ¡Tío, me pones de los nervios!. Pero ¿cómo sabes tanto de estas cosas?

Le miré fijo. Se sonrojó y rápidamente desvió la mirada.

Ese día nos fuimos más temprano que de costumbre. Creo que fue bastante incómodo para él.

Esa noche en la cama, mis pensamientos giraban alrededor de este tema:

FOLLADERO

Me imaginé las historias más salvajes. Mi curiosidad, o debería decir mi lujuria, se despertó. Despertada con un beso.

Unos días más tarde, volví a ese lugar por la noche, y ví como otros hombres entraban y salían ocasionalmente. Cuando no pude resistir más la tensión, entré.

Un olor cálido, completamente familiar me llegó. Un rápido vistazo bastó. Ví dos hobres mayores, pero no parecían interesados en mí.

Me sentí algo desilusionado. Así que fui a un urinario y me saqué la polla, cuando noté un movimiento a mi lado. Me sentía incapaz de girarme y mirar. De pronto escuche un callado:

¡tsstss!.

Obviamente él quería que me girara a mirarlo.

El corazón me saltó a la garganta. Miré y vi su sonrisa de oreja a oreja. Me sonrió tan descaradamente que no pude evitar sonreir yo también. Luego él fue hacia un cubículo.

Se giró y me guiño el ojo, señalando con la cabeza hacia la cabina, en la cual desapareció.

Dejó la puerta entreabierta. Miré alrededor: no quedaba nadie... Me sentía completamente sonrojado. Empecé a caminar hacia la puerta, casi en cámara lenta:

¡AHORA O NUNCA!

Se quedó allí y espero... por mi. Cerró la puerta. Y finalmente pude mirarlo directamente.

Llevaba unos vaqueros ajustados, camiseta ceñida. Era un poco más alto que yo, pelo oscuro y rizado; unos 3 o 4 años más mayor que yo. Me miró y susurró:

¿Es la primera vez que vienes? Parecía a punto de desmayarme, o así me sentía. No te preocupes, susurró.

Y ahí estaba de nuevo esa picarona sonrisa, Mi miedo desapareció... La tensión aumentó...

De repente me empujó hacia él, sus manos tantearon mi cuerpo. Suavemente acarició mi trasero, y a continuación me apretó ambas nalgas. Gemí.

Un calor me invadió. No recuerdo todo lo que hizo conmigo. Perdí completamente la noción del tiempo y el espacio. Lo único importante era él y yo. Aquí... en este lugar irreal.

Y de pronto me corrí, inesperadamente rápido. Por un momento estaba avergonzado. Después de todo era la primera vez que alguien me veía hacerlo.

Y luego lo vi sacudírsela rápidamente y correrse también. ¡Que desperdicio! Gustosamente hubiera hecho yo ese trabajo...

Tan rápido como se corrió, ya se había limpiado y estaba casi vestido de nuevo. Deseaba ver que pasaría después.

Nos pusimos cara a cara, su boca cerca de la mía, y luego me besó. Empujó su lengua dentro de mi boca. Apenas tuve la oportunidad de entregarme a él, cuando dijo:

Cuídate, pequeño. Ya nos veremos. Abrió la puerta. Pero, pero...

¿cómo te llamas? ¿Cómo puedo contactar contigo?, tartamudeé. Negó con la cabeza, alzó las cejas y dijo irónicamente, en un tono extraño:

Tony. Me llamo Tony:

Y luego desapareció por la puerta. Aturdido, cerré la puerta y me senté en la tapa del váter, aún sintiendo sus manos en mi trasero, y su esencia en mi nariz. ¡Que perfume! Puse mi mano en mi entrepierna y saboreé la excitación que me llenó... incluso hasta este momento.

Salí del servicio. Mis entrañas aún se estaban revolviendo locamente. Feliz en cierta manera, pero, por otra, triste.

TONY...

¿Lo volveré a ver?

Hubo muchos otros Tony que conocí en esos servicios. Pero en todos los lugares, ciudades y países que visité, nunca jamás volví a conocer a alguien como él.

A pesar de todos los encuentros sexuales satisfactorios, y todas las relaciones que he tenido, nunca me he sentido tan conectado y abrumado como me sentí en ese breve encuentro con Tony.

Y de esta manera la búsqueda continúa... siempre en marcha.


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