jueves, 5 de octubre de 2006

La vida de otro


La vida de otro, Alquve

La cabeza me estallaba. El reiterativo y odioso sonido del despertador retumbaba en mi interior. A mí modo de ver no había bebido tanto en la fiesta de ayer, pero mi lamentable estado físico decía todo lo contrario. Me levanté a duras penas y me arrastré literalmente hasta el cuarto de baño. Me quité el pijama y me metí debajo del chorro de la ducha. El agua me revivió lentamente.

Bajé a la cocina. Ni mi hermano ni mi madre daban señales de vida. En la puerta de la nevera había un post it de mi madre:

"Estoy en el club de natación en Sitges con Carmen. Volveré a la hora de comer".

Su reinserción en el mundo laboral había transformado totalmente a mi madre. Me alegré por ella. Cogí un zumo con leche y salí fuera para tomar el aire. En la calle estaba mi hermano, lavando su Alfa. Me detuve aún dentro del pequeño jardín de la parte delantera de la casa. Carlos lleva puestos unos pantalones cortos de deporte y una camiseta sin mangas de Nike. El agua de la manguera le había salpicado. Mi polla se puso completamente dura. La camiseta parecía dos tallas más pequeña de la que debía usar mi hermano y se ajustaba a sus pectorales y a su definido abdomen. Los pantalones debían haberse encogido en la lavadora porque dibujaban fielmente sus piernas de nadador bajo la tela. Y por si no fuera suficientemente provocativa esa visión, como la camiseta era corta se le advertía un prometedor paquete.

- ¿Qué haces ahí parado? -Dijo Carlos devolviéndome a la realidad.

- Tío, no sé porque lavas el coche en la calle, los vecinos se van a quejar por el agua. –Dije yo por decir algo.

- Ya, ya... mamá ya me ha echado broca antes de irse. Ya acabo.

¿Acabar? Por mí podía quedarse allí toda la vida, vestido con esa ropa y lavando su coche bajo mi atenta mirada.

- Bueno, si me ayudas igual termino antes.

- Vale, ¿qué hago? -Dije yo.

- Coge la manguera y empieza a aclarar este lado del coche. Seguro que eso, hasta tú puedes hacerlo... jejeje.

- Que tonto eres chaval... –Bromeé yo.

Accioné la manguera y dada mi poca habilidad y me inexistente experiencia en este tipo de trabajos, el agua salió a presión. Con tanta presión que no sólo aclaró la espuma del coche, si no que dejó empapado a mi hermano.

- ¡¡Qué haces!! Tío eres tonto. –Dijo Carlos cabreado.

- Jajajajaja... –Reí yo ante la imagen de mi hermano con el pelo y la ropa calados.

- ¡Y encima cachondeo! Ahora verás.

Y quitándose la camiseta cogió la manguera y apuntó hacia mí. La visión del cuerpo de mi hermano mojado y sin camiseta me dejó paralizado. Sus pantalones también estaban empapados y todavía se le ajustaban más.

Efectivamente mi hermano disparó. La manguera lanzó un potente chorro sobre mí y me mojó todo, camiseta, tejanos y zapatillas deportivas incluidos.

- ¡Alaaaaaa! Joder Carlos, que lo he hecho sin querer. Ya ves como me has puesto.

- Tranquilo que el agua no encoge. Ahora estamos en igualdad de condiciones... –Dijo Carlos guiñándome un ojo.

- Ufff... voy dentro a cambiarme. –Dije yo.

- Ni hablar niño, ahora me ayudas a terminar.

- ¿Así mojado? –Dije yo.

- Eso tiene solución.

Y tras decir esto, Carlos se acercó a mí, puso sus manos sobre mi cintura y, ante mi perpleja mirada, tiró de mi camiseta y me la quitó. Con ella en la mano me secó el torso.

- Perfecto, así no me coges frío. –Dijo él volviendo a su tarea de lavar el coche.

Terminamos de lavarlo sin camiseta y con la radio puesta. Sólo de vez en cuando nos mirábamos sin decir nada. Al acabar, entramos en casa.

- Juan quítate los pantalones que voy al cuarto de la lavadora y los pondré a lavar.

- No, no... luego los bajo yo. –Dije yo sin ganas de volverme a quedar en calzoncillos delante de mi hermano.

- O te los quitas o te los quito, que así vas a pillar un constipado. –Dijo el casi bromeando.

- Pues me los vas a tener que quitar tú... –Dije yo siguiendo con la broma pero sin medir el alcance de mis palabras.

- Tú lo has querido.

Me cogió desprevenido. Carlos me lanzó sobre el sofá. Me desbrochó uno por uno los botones del pantalón rozando, sin poder evitarlo, mi paquete. Mi polla volvió a ponerse dura. Con los botones desabrochados Carlos tiró de mis pantalones dejándome únicamente con unos slips blancos de Calvin Klein. Mi erección era imposible de disimular. Carlos posó su vista en mi polla. Nos quedamos en silencio. Mi vista se clavó en su entrepierna, bajo sus ajustados pantalones Nike su erección tampoco se podía ocultar.

- ¿Te quito también los calzoncillos? –Dijo Carlos muy bajito. Sus palabras fueron casi inaudibles... un susurro.

¿Aquello era parte de un inocente juego o era una invitación a algo más? Me acobardé. La situación se estaba escapando de nuestro control.

- Me los quitaré solito... gracias. –Contesté con una ironía fingida.

Con mis palabras mi hermano pareció recuperar el sentido. Cogió la ropa mojada y desapreció por la puerta del comedor. Yo me quedé unos segundos sentado en el sofá. El peligro había pasado. Me acaricié la polla por encima del slip. Tenía ganas de hacerme una paja. Volví a mi cuarto y me pajeé la polla pensando en otro final para la situación que había vivido unos minutos antes en el comedor con mi hermano.

Al llegar a casa aparqué el coche. En el parking no estaba el Mercedes de mi padre por lo que deduje que no estaba en casa. En la calle tampoco había visto el coche de mi madre y eso me extrañó porque a esa hora suele estar en casa, sólo vi aparcado el Alfa de mi hermano.

Entré en casa silenciosamente. La verdad es que estaba ensimismado, con la cabeza en otro lugar. Crucé la puerta del comedor y la visión que tuve nada más entrar me dejó helado.

Mi hermano estaba recostado en el sofá que hay nada más entrar en la habitación, estaba sin camiseta, y en su mirada perdida se adivinaba lo que estaba sucediendo. Carlos tenía los pantalones medio bajados y entre sus piernas abiertas estaba Sara haciéndole una espectacular mamada.

Me quedé en silencio, allí parado, observando detenidamente la polla de mi hermano cada vez que la boca de su novia la liberaba brevemente. Una polla larga y especialmente gruesa, una polla proporcionada, descapullada completamente. Una polla húmeda por el precum que me dejó maravillado.

Unos segundos allí parado bastaron para que Carlos advirtiera mi presencia. Se levantó de repente casi empujando a su novia y tiró de sus pantalones intentando cubrir su impresionante erección.

- Lo siento pensé que no había nadie en casa. –Dije yo casi sin voz y salí del comedor subiendo rápidamente las escaleras.

Entré en mi habitación y me senté en la cama como recuperándome de una visión extraordinaria. Mientras estaba allí en silencio mi hermanó llamó a la puerta.

- Puedes pasar. –Dije yo.

- Siento mucho lo que ha pasado. –Se disculpó mi hermano con un gestó de vergüenza dibujado en su cara.

- No pasa nada Carlos, soy una tumba. No hay nada de lo que avergonzarse. -Contesté yo.

Y al decir eso bajé la mirada y reparé en algo en lo que no me había fijado cuando entró en mi habitación. Mi hermano no se había abrochado del todo los pantalones, y entre su ropa mal colocada asomaba el comienzo de su vello púbico. Justo debajo se dibujaba en la tela una erección que no había perdido la dureza. Sin poder evitarlo, me quedé mirando fijamente el paquete de mi hermano.

Para mi desgracia, Carlos pareció darse cuenta de la situación y se acomodó la ropa discretamente. Volví a mirarle a los ojos fijamente y en ellos me pareció ver cierto miedo, Carlos pareció adivinar por un momento lo que yo estaba pensando.

- Lo siento. –Volvió a decir. Y sin más, como huyendo de una situación que le incomodaba y asustaba profundamente, salió de mi habitación...





LA VIDA DE OTRO

Entré en el piso sin hacer ruido, Carlos podía estar durmiendo. Al cruzar la puerta me pareció ver el reflejo de la luz del televisor en el comedor y me acerqué lentamente. Me asomé cuidadosamente y vi a Carlos sentado en el sofá, de espaldas a la puerta, justo delante del televisor. En la pantalla, un zorrón rubio con tetas de silicona se la comía a un negro con un pollón inmenso. Los ligeros y rítmicos movimientos que hacía Carlos delataban que es lo que tenía entre manos.

Volví a la entrada sin hacer ruido, abrí la puerta con suavidad y la cerré de golpe.

- ¿Hola? –grité mientras volvía al comedor.

Como había previsto, Carlos sólo tuvo tiempo de detener el reproductor de DVD’s y subirse los pantalones.

- Hola... –repetí cuando lo tuve delante de mí.

- Perdona, no te había oído... –musitó Carlos con cara de susto. Se le veía nervioso, sudado, con la ropa removida.

- ¿Qué hacías? –Interrogué yo para hacerle sufrir un poco más, ¿no quería medirme la polla en casa de Rosa? Pues ahora que no se cortase por estar viendo una peli porno.

- Pues nada... estaba viendo la tele...

Miré de nuevo a la pantalla del televisor, el mensaje del menú del DVD era lo único que se podía leer: "Presione Play para continuar con la reproducción".

- ¿Viendo una película? –dije yo señalado el televisor.

- ¿Eh? No, no... –respondió mi hermano sin saber que decir.

- A ver que estabas viendo...

Esquivé a Carlos y me lancé a por el mando a distancia que estaba sobre el sofá. ¿Dónde sino? Cuando alguien se hace una paja viendo un video, el mando a distancia siempre está muy a mano.

- ¡Juan no, por favor!

Demasiado tarde, la rubia tetona volvía a estar comiéndole la polla al negro.

- Vaya, documentales de National Geographic sobre la procreación de la especie. Muy interesante... jejeje. ¿Y para eso tanto secretismo?

- Ya, ya... no sé, me ha dado corte... –dijo Carlos visiblemente avergonzado.

- Tío, que pajas nos las hacemos todos. Bueno yo me voy a mi habitación, te dejo que termines con lo que tenías entre manos... jejeje.

- ¡No! –soltó Carlos antes de que saliese del comedor.

- ¿No qué?

- Quédate y la vemos juntos...

No tuvo que decírmelo dos veces. Nos sentamos cada uno en un sofá y clavamos la vista en el televisor. Esta vez un revisor de la empresa del gas abusaba sexualmente de una siliconada ama de casa.

- Joder, como le come la polla ¿no? –murmuró Carlos.

- Sí...

- Me encantaría que me comiesen la polla de esa forma...

- Y a mí... –y a mí comerme esa polla quise decir, aunque no lo dije.

- ¿Tú te llegas a la polla?

- ¿Qué si me llego a la polla? –Interrogué perplejo.

- Sí, quiero decir que si te llegas con la boca a la polla...

- Pues no, no creo... –dije yo con sinceridad-. ¿Y tú?

- Pues ahora ya hace tiempo que no lo pruebo, aunque seguramente ya no me llegaría, he perdido flexibilidad con el tiempo...

- ¿Antes te llegabas? –Pregunté con un hilo de voz.

- Cuando tenía 14 o 15 años sí...

- ¿Y te comiste alguna vez a polla?

- Pues... sólo llegué a rozar el glande de la polla con la lengua.

- Joder que puntazo ¿no? ¿Y no te dio asco?

- Que va tío, es mi polla... si me llegase ahora, me la comería sin dudarlo...

Una voz en mi interior me decía que no hacía falta que Carlos se operarse para quitarse dos costillas y practicase la autofelación... ¡yo podía ayudarle!

- Joder tío... estoy súper caliente –dijo Carlos posando de nuevo su vista en la peli porno-. ¿Te importa que continúe con la paja que me estaba haciendo?

- Adelante... –dije yo casi sin voz.

 

Se incorporó ligeramente y se bajó de un tirón los pantalones cortos que llevaba. Sentado en el sofá, pude ver como Carlos se quedaba en unos slips blancos de algodón. El bulto que se intuía era muy prometedor. Bajo la tela se marcaban sus grandes huevos y una polla en semierección que apuntaba hacia abajo y levantaba una irresistible carpa en su entrepierna. Cuando Carlos se bajó el slip, la imagen que, desde el día en que me masturbé con su ropa interior, había estado esperando, se mostró ante mis ojos incrédulos. La polla de mi hermano, la que había visto fugazmente mientras su novia se la comía, se mostraba ahora sólo para mí. Una polla larga, de unos 18 cm bien medidos, especialmente ancha y gruesa, y muy regular y proporcionada. Cuando terminó de quitarse el slip, la polla de mi hermano ya estaba completamente dura y la piel de su glande se había descubierto totalmente, dejando una polla perfectamente descapullada, casi de peli porno. La imagen no podía ser más irresistible, el rabo de mi hermano estaba totalmente empalmado e incluso húmedo por el precum. Carlos empezó masturbarse con su mirada clavada en el televisor.

- ¿Y tú? ¿No te haces una paja? –Murmuró Carlos mientras me miraba con su polla en la mano.

- Bueno... no sé –dudé yo.

- Va tío, no te cortes... ya me ves a mí, necesito cascármela... –dijo Carlos sin dejar de masturbarse rítmicamente.

No podía, ni quería, echarme atrás, tenía a mi hermano completamente desnudo frente a mí, masturbándose con una cara de placer que no se me olvidará nunca... así que me quité la camiseta y me bajé los pantalones de un tirón.

- Joder, veo que la tienes dura... y mojada ¿te gusta la peli? –Dijo mi hermano al ver como se marcaba mi polla bajo mis boxers que ya estaban húmedos de la excitación.

- Pues tu dirás... –balbuceé yo.

Cuando liberé mi polla de la presión de los boxers, Carlos me lanzó una fugaz mirada.

- Vaya rabo, no te quejarás...

- Ni tú tampoco... –respondí con una sonrisa nerviosa. Carlos se levantó de golpe y se acercó a mí. Le miré con ojos de sorpresa.

- Ven... vamos a compararlas... –dijo mientras se acercaba un poco más a mí.

Le miré detenidamente, piernas firmes y definidas sin un solo pelo, abdomen magistralmente marcado, pectoral amplio y musculado, brazos fibrados, hombros y espalda anchos, totalmente depilado excepto unas morbosas axilas y un recortado vello púbico, y entre las piernas, un pollón totalmente tieso.

Me acerqué a Carlos y nuestras pollas quedaron a la misma altura. Mi hermano sujetó con su mano su polla y la acercó a la mía. El roce de sus dedos en mi verga y el contacto de su polla en mi entrepierna fueron dos sensaciones casi orgásmicas.

- Bueno, pues más o menos iguales... –añadió Carlos sin dejar de sujetar las dos pollas en paralelo con su mano.

- La tuya es un poco más larga... –susurré yo.

- Y la tuya algo más ancha... pero son perfectas ¿no te parece?

- Bueno... sí, supongo.

Mi hermano volvió a sentarse, pero está vez lo hizo en el mismo sofá en el que yo estaba sentado. Volví clavar mi vista en la paja que se estaba haciendo, y entonces, sin saber muy bien porqué, sentí que no podía continuar con todo aquello.

- Lo siento, no tengo muchas ganas de seguir con la paja. Me voy a mi cuarto...

Carlos me miró sorprendido pero no tuvo tiempo de responderme, recogí mi ropa y me fui a mi habitación.

Cuando crucé la puerta de mi cuarto, empecé a arrepentirme de haber dejado pasar aquella oportunidad de intentar algo con Carlos. ¡Joder! Pero Carlos era mi hermano, y al fin y al cabo, quizás sólo estaba caliente y tenía curiosidad por ver mi polla y compararla con la suya. Carlos no podía estar intentando algo conmigo. A pesar de arrepentirme de haber salido del comedor, sabía que estar lejos de mi hermano era la única forma de no meter la pata, si me lanzaba y Carlos me rechazaba el daño podía ser irremediable.

Me puse unos pantalones cortos y encendí el ordenador, quería echar un vistazo a los vuelos Barcelona-París para tener algún tipo de información al margen de las gestiones de Ruth.

Estaba anotando los horarios en mi agenda cuando sonó el teléfono móvil, era ella.

- Hola Ruth.

- Hola Juan, perdona que te llame tan tarde, pero quería confirmarte lo del vuelo.

- No te preocupes, yo también estaba echando un vistazo por Internet.

- Bien, pues ya está solucionado. La asistente de mi padre me acaba de llamar, finalmente no ha podido conseguir un billete en el mismo vuelo en el que viajaremos Jordi, Jesús y yo, pero al menos sí en el mismo día. Tu vuelo saldrá del El Prat a las 18:30. ¿Te parece bien?

- Pues me parece bien, pero ¿cómo llegaré desde el aeropuerto a casa de tus abuelos?

- Tranquilo, te esperaremos en Orly, así vamos todos juntos hasta el centro.

- Perfecto Ruth, nos veremos mañana en París... jejeje... que bien suena eso.

- Sí, suena realmente bien, pero no olvides llegar con tiempo al aeropuerto, tienes que recoger el billete, facturar y embarcar... y con lo puntual que sueles ser... miedo me das –dijo con una sonrisa burlona Ruth.

- Tranquila, llegaré a tiempo. Hasta mañana pues...

- Juan...

- ¿Qué?

- Pues que te estás despidiendo y ni si quiera sabes con que compañía volamos...

- Jejeje... perdón, dime...

- Iberia y la reserva del billete está a tu nombre.

- Gracias, hasta mañana Ruth.

- Hasta mañana.

Cuando colgué, Carlos llamó a la puerta de mi habitación.

- Adelante.

- Perdona, sólo quería saber si estás bien... como antes te has ido tan de repente del salón...

- Sí, estoy bien... –respondí.

- Vaya, ¿estás buscando un vuelo? -dijo Carlos al ver la página de Iberia en mi ordenador.

- Sí, me voy a París unos días con Ruth, Jesús y Jordi.

- Vaya... ¿y no pensabas decírmelo? –Dijo Carlos visiblemente dolido.

- Lo siento, debería haberte avisado, pero es que hasta hoy no lo he sabido seguro.

- ¿Cuándo vuelves?

- Pues hacia mediados de agosto supongo. Estaremos en casa de los abuelos de Ruth. Unas vacaciones realmente económicas... –dije con una sonrisa.

- Económicas o no, al menos tienes vacaciones, porque yo me quedo en Barcelona, que remedio, con el poco tiempo que llevo currando en la empresa, como les pida vacaciones me linchan...

- Bueno... cuando esté en el Louvre pensaré en ti...

- Eso, cuando contemples atónito "La libertad guiando al pueblo" piensa en tu pobre hermano que sigue prisionero de los déspotas empresarios de este país...

- ¿La libertad guiando al pueblo?

- Sí, el cuadro de Delacroix, obra clave del Romanticismo francés...

- Carlos, los únicos Lacroix que conozco son Maurice Lacroix de la marca de mi reloj y Christian Lacroix el diseñador... jejeje –bromeé yo.

- El pintor se llamaba Eugène Delacroix, Delacroix no Lacroix...

- Niño cuando te pones a en plan Enciclopedia Encarta no hay quien te aguante... jejeje.

- ¡Ay! Si te oyese tu profesora de Historia del Arte del instituto... jejeje.

- Bueno, me voy a dormir, que mañana intentaré madrugar para hacerme la maleta.

- ¿¿Hacerte la maleta tú?? ¡Tú que esta hace poco pensabas que vendían las maletas hechas!

- Jejejeje... que gilipollas eres Carlos, anda y vete a dormir que mañana no encontrarás ni el Windows...

- Que descanses niño pijo...

- Que descanses hombre Encarta... –bromeé yo.

Cuando Carlos salió de mi habitación, apagué el ordenador y me estiré en la cama mientras apagaba la luz de la mesilla de noche.

No llevaba ni media hora intentando conciliar el sueño, dándole vueltas al tema del viaje, cuando oí que la puerta de mi habitación se abría de nuevo.

- ¿Estás dormido? –Susurró Carlos.

- No, aún no...

- ¿Te importa que me quede un rato aquí contigo?

- ¿Qué te pasa? –Pregunté yo sorprendido.

- Joder... ya sé que suena absurdo, pero me ha dado un bajón, estoy algo triste.

- ¿Y eso? –Dije yo mientras me incorporaba y me sentaba en la cama. Carlos tanteó en la oscuridad hasta llegar a la cama, y se sentó a mi lado.

- No sé... me jode mucho pasarme estas vacaciones solo. Se ha ido Sergio, te vas tú, se van mis amigos...

- Bueno, pero Ana se queda ¿no?

- Ya, ya... pero es que eso es lo que me pone aún más triste... con todo lo que hemos discutido tú y yo por el asunto de Ana, no sé si es bueno que continuemos con lo nuestro...

- Carlos, ya lo aclaramos, de verdad... haz lo que te parezca, por mi parte no tengo nada que objetar. Para mí es más importante saber que tú estás bien...

- Gracias...

- No hay de qué hermanito –contesté yo.

- ¿Te importa que me estire un rato en tu cama?

¿En mi cama? Su frase me dejó sin palabras. O Carlos realmente estaba en un momento de bajo estado de ánimo o bien había venido a completar algo pendiente. Recé porque fuera sólo un bajón, no quería complicar aún más las cosas entre mi hermano y yo.

- Bien, quédate... la cama es suficientemente ancha para los dos.

Carlos se estiró en el otro lado de la cama, yo me giré en dirección opuesta e intenté conciliar el sueño.

Cuando mi hermano se giró en dirección a mí y sus brazos me rodearon, algo me dijo que no era sólo un bajón. No supe que decir. Sus manos se deslizaron por mis hombros recorriendo mis brazos. Después, sus dedos recorrieron mi abdomen y mi pecho. Carlos volvió a abrazarme. En ese momento, la dureza de su polla se dejaba sentir sobre mis nalgas a través de la ropa.

Cuando pensaba que la situación no podía empeorar... empeoró, Carlos deslizó sus manos por mi abdomen hasta posarlas sobre mi abultado paquete. Sus dedos apretaron mi polla por encima de la tela del pantalón corto...

- La tienes dura... -susurró Carlos.

No supe que decir. Sus caricias se hicieron más intensas. Carlos se incorporó ligeramente y continuó masajeándome el paquete por encima de la tela. Su mano libre tiró suavemente de mí haciendo que quedase totalmente estirado en la cama, boca arriba. La habitación estaba en penumbra, iluminada únicamente por la luz que se colaba del exterior a través de la persiana abierta. Abrí los ojos y sólo alcancé a ver la sombra de mi hermano sentado en la cama, junto a mí. Sus manos seguían acariciando mi entrepierna.

- ¿Terminamos la paja?

- No sé... ¿estás caliente?

- ¿Tú que crees? –dijo Carlos mientras se llevaba una mano a su entrepierna.

- De acuerdo...

Nos desnudamos en silencio y nos estiramos el uno junto al otro. En la penumbra pude ver como Carlos empezaba a pajearse su polla. Seguí su ejemplo.

- Así estaremos mejor... –susurró Carlos mientras encendía la luz de la mesilla de noche.

Aquella señal me dejó claro que Carlos no se había metido en mi cama por casualidad, así que decidí olvidarme de todo, me olvidé de todo lo que nos unía, me olvidé de las motivaciones que nos habían llevado a acabar juntos en mi cama, desnudos, masturbándonos, me olvidé de las consecuencias que iba a tener aquello.

- ¿Quieres que te la pajee un rato? –Murmuró mientras dejaba de masturbarse.

- Toda tuya... –respondí totalmente desinhibido.

Carlos estiró su mano hasta rozar mi polla y sus dedos recorrieron suavemente el tronco. Cuando su manó se cerró sobre mi polla y empezó un diabólico movimiento, sentí que nada en el mundo tenía sentido más allá de aquel momento, de aquella habitación, de aquella paja.

- Nunca había tocado una polla que no fuese la mía...

- ¿Y qué tal? –Murmuré casi sin voz.

- Es... agradable...

Tras unos minutos recibiendo el placer que la mano de Carlos me estaba dando, empecé a sentir que iba a correrme, y si me corría se iba a acabar la fiesta...

- Lo haces muy bien... pero ahora me toca a mí... ¿te apetece?

- Mi polla te lo está pidiendo a gritos... –dijo Carlos dejando de masturbarme y estirándose boca arriba en la cama.

Jamás pensé que aquel momento llegaría realmente, ni en la mejor de mis pajas hubiese imaginado que mi hermano se metería en mi cama y me pediría que le masturbase.

Mis dedos en su polla... ¡mis dedos en su polla! Lo escribo ahora y aún me cuesta creer que sucedió. Rodeé su rabo tieso con mi mano y empecé a hacerle una paja. Notar aquella polla dura palpitando bajo mi mano me hizo perder los pocos papeles que pueda tener en esta vida.

- Mmmmmm... –suspiró Carlos.

Le estaba gustando, era el momento de jugármelo todo. Aceleré la paja haciéndola realmente salvaje y mi mano libre se posó sobre sus huevos. Carlos tenía unos huevos impresionantes, casi sin vello, de buen tamaño...

- Joder... lo haces muy bien...

Aquella frase marcó el punto de no retorno. Sin dejar de masturbarle me incliné sobre Carlos. Su polla estaba a escasos centímetros de mis labios. Volví a acercarme. Mis labios rodearon su glande mojado. Continué acariciándole los huevos mientras su polla se introducía lentamente en mi boca...

- Ahhhhh...

- ¿Sigo? –Interrogué yo temiendo su respuesta.

- Sigue por favor...

Arrastrado por la excitación, empecé a comerme su polla mientras me masturbaba. Mis labios presionaban con fuerza el tronco de su verga, bajando y subiendo mientras él se retorcía de placer. Me detuve en su glande y empecé a pasarle la lengua, a rodearlo...

- Mmmmmm... sigue...

Y seguí... y continué comiéndome su polla. La atrapé con mis labios, la liberé, le lamí los huevos, el tronco, el glande... volví a meterla toda en mi boca, succioné con desesperación. Mientras seguía con la mamada, empecé a correrme sobre las sábanas.

- Me voy a correr... –balbuceó Carlos mientras empezaba a sacudirle un brutal orgasmo.

Se corrió y es obvio que no me aparté, llevaba demasiado tiempo esperando aquel momento para apartarme entonces. Fue la segunda vez que un tío se corrió en mi boca, la segunda vez que sentí como me inundaba el semen caliente de otro tío... y me gustó aún más que la primera.

Tras la corrida, me estiré junto a Carlos, y empecé a temblar... todo empezó a temblar. Todo se derrumbó dentro de mí aquella noche, mi autoestima, mi conciencia, mi sentido común, mi culpabilidad, mi sexualidad, mi relación con Carlos, mi juicio y mi vida fueron derrumbándose, cayendo la una sobre la otra como pisos de un edificio que está siendo demolido. Pensé lo peor, pensé que Carlos se levantaría, mi diría de todo, nos pelearíamos me acusaría de ser gay, bueno ¿mentiría si me acusase de ser gay? Pero nada de eso pasó. Carlos permaneció a mi lado, en silencio, y me tendió la mano.

- Tranquilo, no pasa nada...

¿No pasa nada? ¡Claro que había pasado algo! Ojalá pudiese decir "aquí no ha pasado nada", pero no podía. Carlos me sorprendió con sus palabras, pero un nudo en la garganta me impidió preguntarle que pasaría después de aquella noche.

Sentía la respiración acompasada de mi hermano, se había quedado dormido, pero yo era incapaz de conciliar el sueño. Quería aclarar las cosas con Carlos, quería hablar con él. Entonces tuve una idea. Me levanté en silencio y fui hacia el escritorio. Con la claridad que se colaba por la ventana, escribí una nota:

"Carlos, necesito hablar contigo, antes de irte a trabajar despiértame"

Volví a la cama y estirando el brazo por encima de Carlos, dejé la nota sobre su mesilla de noche. Sin querer rocé su brazo, me di la vuelta rápidamente y me quedé quieto. Carlos se movió ligeramente hacia mí y estiró el brazo por encima de mi cintura, abrazándome.

Me desperté algo confundido. Recordaba que debía hacer algo importante, pero no recordaba qué. Cuando abrí los ojos, empecé a hacer memoria... ¡Carlos! Me incorporé de golpe y miré a mi alrededor. Mi hermano no estaba, la luz se colaba descaradamente por la ventana, debía ser mediodía. Salté de la cama y cogí mi teléfono móvil: 13:45. Carlos no me había despertado, no me había despertado para hablar. ¡Joder! No podía irme a París sin hablar con él... el teléfono móvil interrumpió mis pensamientos.




LA VIDA DE OTRO

Justo antes de la cena de Nochebuena Carlos descubrirá aterrorizado que tiene un problema con una parte de su vestuario, su hermano Juan estará allí para ayudarle...

-¿Cómo llevas la cena? –He interrogado al entrar en la cocina.

-Ufff… ya casi está…

-Pues más te vale que termines ya, porque faltan menos de dos horas para que lleguen todos.

-Ya, y aún tengo que ducharme y cambiarme de ropa… ¿cómo llevas tú la mesa y la decoración?

-Todo listo –he respondido.

-¿Y Toni?

-Pues ha salido con un… ¿amigo? Creo que ha ido a comprarse algo de ropa para la cena.

-¿No te ha ayudado?

-¿Toni? Toni siempre está dispuesto a echarme una mano –he respondido con una sonrisa-. Se ha ido hace un rato, cuando tu estabas en el súper de El Corte Inglés.

-Bien, espero que no llegue tarde… -ha resoplado Carlos.

-Seguro que no. Por cierto, recuerdos de Graham…

-¿Le has visto?

-Sí, le vi ayer en una reunión de… trabajo.

-Es buen tío, luego le llamo para felicitarle las navidades.

-Sí, buen tío… -he murmurado sin quitarme de la cabeza su comportamiento algo sobrado y chulo del día anterior.

-¿No te cae bien? –Ha preguntado Carlos al escuchar mi comentario.

-Pues sí, es simpático y todo eso pero… no me parece de fiar.

-Graham es un buen tío, pero no puedes confiar en él, no puedes esperar nada de él, es totalmente impredecible…

-Ya veo… -he murmurado-. Bueno, yo voy a darme un baño relajante antes de la cena. Te llamo cuando necesite que me enjabones la espalda… jejeje.

-Espérate a que llegue Toni, no dices que siempre está dispuesto…

-A echarme una mano… -he terminado yo la frase con una sonrisa pícara antes de desaparecer por la puerta de la cocina.

Debe ser la Navidad que hace que esté menos a la defensiva, pero ni siquiera me ha parecido un ataque el comentario de mi hermanito sobre Toni.

Me he despojado de la ropa y me he hundido bajo el chorro de la ducha. Necesitaba este momento. Mientras me estaba enjabonando me han venido a la cabeza imágenes de mi encuentro con Marc esta mañana. Me he puesto unos pantalones vaqueros ajustados de Levi’s con mi última adquisición, una llamativa camiseta de Custo Barcelona: ‘arreglao pero informal’. Mientras me peinaba, o lo intentaba, he oído la desperada llamada de mi hermano.

-¿Qué quieres?

-Joder, a que no has puesto la lavadora esta mañana…

-No… -he reconocido con timidez. Carlos estaba en su habitación rebuscando en los cajones de su armario. Llevaba una toalla anudada a su cintura-. ¿Por qué, necesitabas algo limpio?

-Hombre, tu dirás… tenemos una cena de Nochebuena que espero acabe de la mejor de las formas y ahora resulta que voy a tener que ponerme esto… -Carlos ha alzado la mano y me ha enseñado un slip rojo de raso, posiblemente de alguna fiesta de Fin de Año.

-Jejeje… pues no te quedarían mal…

-Ya, pero antes tendría que caberme la polla dentro… -la frase de Carlos acompañada por un gesto más propio del reto que de la comicidad me han sorprendido-. ¿Tienes tú algún boxer para prestarme?

-Espera –he dicho saliendo de su habitación-. Tengo una idea mejor…

Cuando he vuelto a entrar, llevaba en las manos el paquete envuelto que contenía el regalo que le había comprado la tarde en que fuimos juntos de compras.

-Lo había comprado para el día que te hiciese falta…

-¿Qué es? –Ha interrogado sorprendido Carlos mientras deshacía el envoltorio-. Jejeje… vaya, vaya… unos boxers de D&G… estás en todo hermanito. Te debo una… muchas gracias.

-No hay de que. Me voy a ver la tele…

-No, nada de eso… -ha replicado-. Quiero que me los veas puestos y me des tu aprobación.

-Bien… -he susurrado.

Sin decir nada más, Carlos ha tirado de su toalla, casi imitando mi gesto el día en que me anunció que Toni se mudaba con nosotros, y ha dejado a la vista de mis ojos perplejos su polla descapullada con un apetecible principio de erección. Sin prisa, Carlos ha sacado de la caja de cartón los boxers y se los ha puesto lentamente, cuando el elástico ha llegado a la altura de su polla, ya morcillona, la ha sujetado con una mano y la ha colocado en el interior de los boxers. Un giro sobre sí mismo para dejarme contemplar su perfecto culo de nadador y de nuevo sus ojos sobre mí.

-¿Qué tal?

-Perfectos, sabía que te quedarían de putísima madre… -debajo de la tela se apreciaba una erección tan importante como la que tenía yo entre mis piernas en ese momento.

-Bueno, pero creo que me aprietan un poco –ha dicho Carlos colocándose de nuevo la polla con suma tranquilidad.

-Debe ser la erección…

-Joder, no había reparado en eso –ha dicho con una sonrisa maliciosa-. Pues así no se puede quedar… ¿no decían en Algo pasa con Mary que a una cita con una chica hay que ir con la pistola descargada?

-Eso decían… -he dicho yo sin quitar la vista de su entrepierna.

Carlitos se ha bajado de nuevo los boxers hasta quitárselos completamente y se ha sentado en la cama, frente a mí. Sus dedos han atrapado su polla y ha empezado a masturbarse sin dejar de mirarme.

-Estoy muy caliente… -ha dicho soltando un leve gemido- ¿Y tú?

No he contestado, no podía, la escena era surrealista, simplemente he asentido con la cabeza. Mi gesto ha sido la luz verde que necesitaba mi hermano para lanzarse a consumar un acto tan excitante como irracional. Se ha levantado de la cama y con la polla apuntándome se ha acercado. Sus labios se han clavado en mi cuello mientras sus manos me quitaban la camiseta. Pausa para acariciarme el pectoral y observarme. De nuevo sus manos en mi pecho, recorriéndolo. Mis gemidos han animado a Carlos, que agachando su cabeza ha empezado a lamerme los pezones, sus manos han alcanzando el cierre de mis tejanos y ha tirado de ellos junto a mis boxers. Lo que ha sucedido después ha sido simplemente increíble. Carlos ha sujetado mi polla con una mano y arrodillándose frente a mí, se la ha metido toda en la boca.

Puto placer sexual. Con los labios de mi hermano sobre el tronco de mi polla y su lengua jugando salvajemente con mi glande, casi he logrado olvidar que algo más que aquella mamada nos unía en la vida. Ufffffffff… hubiese matado por detener aquel instante eternamente, por congelar para siempre aquellas sensaciones, para que no pasasen jamás, para tener el placer infinito.

-Ven –ha dicho Carlos arrastrándome de una mano hasta la cama. Antes de estirarme junto a él he terminado de quitarme los pantalones y los boxers-. Así no… -ha añadido mientras me indicaba que me colocase al revés. En un instante nuestros cuerpos han formado un perfecto 69, con la polla de mi hermano a escasos centímetros de mi boca me he sentido extrañamente afortunado… había deseado tanto que se repitiese la noche del 31-J.

Mientras Carlos devoraba mi polla con un deseo que jamás le hubiese atribuido, yo me he dedicado con la misma intensidad a su precioso y grueso pollón. Pero no podía detenerme sólo en su polla, con su culito tan cerca, mi lengua ha explorado el territorio. Mi hermano ha empezado a gemir desesperadamente. Con mi mano pajeando su polla mientras mi lengua penetraba lentamente su esfínter, mi hermano ha estallado en una monumental corrida. Pocos segundos después mi polla ha empezado a eyacular disparando al cuello y al pecho de Carlos. No recuerdo haberme corrido tanto en mi vida.

Exhaustos, Carlos se ha dado la vuelta y se ha estirado a mi lado. Los dos con la cabeza en los pies de la cama. Ha posado su mano sobre mi pecho acariciándome y deslizando sus dedos en el rastro de nuestras corridas.

-¿Sorprendido? –Ha preguntado sin mirarme, con sus ojos clavados en el techo.

-Sí… -claro que lo estaba, una cosa es que se la coma a mi hermano, y la otra es que hagamos un 69 de película, digamos que tomar parte activa en el polvo le compromete más.

-No es la primera vez…

-Ya… Graham ¿no?

-Supuse que te harías muchas preguntas al conocerle… hoy ya tienes respuesta para alguna de ellas.

-Os liastéis cuando estabais en el instituto…

-No exactamente. Yo no hubiese hecho lo que hice por un rollo. Con Graham todo fue muy especial…

-¿Estabais enamorados?

-No sé… llámalo como quieras… pero para mí fue algo muy importante.

-¿Y por qué acabó?

-Porque yo, a diferencia de él, esperaba otra cosa de mi vida. Y no tiene nada que ver con aceptarlo, simplemente siempre me he sentido atraído principalmente por las chicas… lo de Graham y ahora esto, son dos excepciones… dos curiosas excepciones.

-¿Te arrepientes de ellas?

-No, ya te lo dije el día que te recogí en el aeropuerto, no suelo arrepentirme de lo que hago. A pesar de ello no creo que vuelva a suceder, no me parece justo para nadie…

-Ya… -he dicho yo sin poder evitar sentir cierta tristeza. Sus palabras han sonado a despedida-. ¿Y con Graham que relación tienes ahora?

-Buena, sí… aunque supongo que mantengo las distancias. Cuando nos mudamos a Sitges y lo nuestro acabó Graham quedó muy tocado. Nunca he dejado de estar enamorado de mí, y yo, a pesar de que le tengo mucho aprecio, no podría corresponder nunca un sentimiento así. Lo siento por él, creo que el tiempo le ha hecho demasiado insensible… no es bueno olvidarte de que con tus actos implicas los sentimientos de otras personas. Ten cuidado con él…

-No tengo nada con él –he mentido.

-Ya, eso con Graham es sólo cuestión de tiempo… -ha respondido Carlos con una mirada cómplice.

Nos hemos quedado unos segundos en silencio. La advertencia de mi hermano sobre Graham ha retumbado en mi interior junto a la imagen de Carlos comiéndome la polla. Demasiadas emociones en tan poco tiempo.

-¿Estás bien? –He preguntado rompiendo el silencio.

-Sí, muy bien… tan bien que no recordaba la última vez que me sentí así de liberado. Sea como sea, esta ha sido la mejor de las despedidas para esas curiosas excepciones…

-Me alegro.. –he murmurado.

-¿Y tú? Me debes una conversación… yo acabo de ser totalmente sincero contigo…

-Bueno, no sé si tiene demasiado sentido que te cuente lo que ya sabes…

-¿Qué crees que sé yo?

-Pues sabes que he estado liado con Toni, que dejé a Ana porque tenía dudas relativas a mi sexualidad, que dejé a Natalia por lo mismo, que mi vida ha cambiado mucho…

-No lo sabía… podía imaginarlo, pero necesitaba oírlo de tu boca. Estoy orgulloso de ti…

-¿Orgulloso de que la haya cagado tanto?

-Orgulloso de esta conversación, los errores han merecido la pena ¿no crees?

-Quizás, aún no estoy seguro, me quedan demasiadas dudas que resolver aún…

-Tienes mucho tiempo por delante para hacerlo… -ha respondido Carlos mientras se incorporaba y me miraba- ¿En qué piensas?

-Jejejeje… soy bisexual, o heterogay o hetero con tendencias gay o gay con tendencias hetero…

-Jejejeje…

-Pensaba que jamás iba a poder decirlo en voz alta…

Carlos se ha levantado de la cama y ha abierto el cajón de su escritorio. Tras rebuscar entre los papeles ha cogido una nota y ha vuelto a la cama.

-El día que encontré esto en unos pantalones tuyos que te cogí prestados, entendí que algún día iba a llegar este momento…

"Tenía un compromiso ineludible y he tenido que salir. No he querido despertarte, estabas precioso durmiendo en mi cama. Espero verte pronto. Ha sido una noche fantástica. Un beso. David".

-David –he suspirado- ¿Y por qué supiste al leer esta nota que algún día tendríamos esta conversación?

-Estabas enamorado de él… -no he respondido, he agachado la mirada y la he posado sobre la nota-. Lo supe porque una cosa es tirase a un tío, y la otra es estar enamorado… por sentimientos como ese, merece la pena afrontar los cambios que se produzcan. Sabía que lo harías…

-Me temo que aún me quedan muchos cambios por afrontar…

-No temas, seguro que lo que viene a partir de ahora es mucho más sencillo. Problemas tendrás seguro, la vida es muy puta, es lo que tiene, pero al menos tendrás claro hacia donde vas y cuales son los errores que no volverás a cometer…

-Es posible… -he dicho intentando creer en sus palabras.

-Ahora vamos a ducharnos otra vez, nos hace falta. En menos de veinte minutos llegan nuestros invitados…

-Gracias por todo… -le he dicho antes de plantarle un beso en la mejilla.

-Gracias a ti por ser mi hermano, no sabría vivir sin ti…

-Es mutuo…

Mi hermano se ha levantado de la cama y ha cogido una toalla limpia. Cuando iba a salir para ir al baño…

-Carlos…

-¿Qué? –Ha dicho mirándome.

-Suerte esta noche con Valeria…

-Gracias –ha respondido con una sonrisa.

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