sábado, 30 de agosto de 2014

Mi hermano me la pone dura

Making sure he is in a deep sleep before you go creeping on him.
forboyswholoveboys:

"Did you know another guy can give you a far better wank than any girl ever can"  "Doubt that Teddy my girlfriend makes me cum everytime"  "I swear , Look let me prove it"

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'Estoy preparado'

Khaló Alí

- Ahmed- le susurré.
Nadie contestó. Fuera se oían los grillos pero en la habitación reinaba el silencio más absoluto.
-Ahmed, ¿estás despierto?- volví a atacarle.
-No, estoy dormido- me respondió de mala gana.
-Ahmed, por favor...
-¿Qué quieres enano pesado?- me preguntó
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Ya la estas haciendo- me replicó de mala gana.
-Te estoy hablando en serio.
-¿Y no podemos hablar mañana?
-Es muy importante- le contesté.
-Está bien - un suspiro que indicaba lo poco que le apetecía estar charlando conmigo a esas horas salió de su boca -, si no hay más remedio - increpó-
- Es que...
-¡Vamos! ¡Suéltalo ya!
- Está bien. Pues... me... me gustaría saber por qué tienes la polla tan grande - le solté de carrerilla y casi sin pensármelo.
- ¿Qué? - me preguntó mi hermano bastante sorprendido, justo antes de echarse a reír.
- Si llego a saber que te ibas a reír de mi no te lo pregunto - le bufé
- ¿A qué viene esto? ¿Es por lo de esta mañana? - quiso saber
- Sí. Es que nunca había visto a nadie desnudo y me ha impresionado un poco -
Ahmed volvió a reírse con todas sus fuerzas.
- No te rías - le pedí medio enfadado.
- No es tan grande - me dijo - y no me rio de ti, me rio de la situación.
- ¿Por qué?
- Porque no esperaba encontrarte esta mañana ahí escondido, espiándome.
- ¿Cómo que no? - le pregunté.
- Cómo que no, qué.
- Que cómo que no es tan grande, si la he visto con mis propios ojos.
- ¿Y se puede saber qué hacías tu ahí mirando' - interrogó curioso
- Me gusta verte cuando haces deporte.
- ¿Me espías siempre?
- Sólo cuando me despierto - le respondí.
- Anda duérmete, que es muy tarde - me dijo
- Si, hasta mañana - le contesté.
- Hasta mañana, enano.
Volvió a apagar la luz y de nuevo se hizo el silencio. Ahora las olas del mar eran lo único que se oía. Me imaginé los remolinos de espuma que se formaban al romper contra la orilla, pero no fue suficiente para dormirme. Me seguía inquietando la gravedad de mi posible enfermedad, así que ataqué de nuevo.
- ¡Ahmed! . volví a llamarlo.
- ¡¿Queeé? - contestó alargando mucho la respuesta en señal de que lo estaba importunando.
- ¿Por qué tienes esos pelos en el culo y en la polla? - pregunté inocentemente.
- ¡Pero bueno! te has fijado en todo.
- Es que yo no había visto a nadie que tenga tanto pelo ahí - le contesté
-Y qué pasa, ¿ es qué has visto muchas personas desnudas? - quiso saber mi hermano curioso.
- No, sólo me he visto a mí mismo. Bueno, y hoy a tí, pero yo no tengo nada de pelo.
- Ya te saldrá cuando seas mayor.
- ¿De verdad? - pregunté ilusionado.
- Claro, como a todo el mundo.
-¿Y se me pondrá la polla tan grande como la tuya?
-Sí, pesado. Anda, duérmete.
-¡Ahemed! - volví a llamarlo para no darle tiempo a que pudiera quedarse dormido.
- ¿Qué quieres ahora? Vaya nochecita me estás dando ¿es que no vas a dejarme dormir?
-Hoy me ha pasado una cosa que no me había pasado nunca y estoy preocupado. Creo que me voy a morir - le conté intentando despertar su curiosidad.
- ¿Qué te ha pasado? - preguntó entrando en el juego.
- Me da un poco de vergüenza decírtelo.
- Venga ya, no creo que sea peor que todo lo que has soltado por esa boquita.
- Pero júrame que no se lo dirás a nadie. Ni a papá ni a mamá, júramelo.
-Está bien, lo juro.
-Hoy mi polla se puso gorda, de repente - le dije con un tono misterioso.
- ¿Sí? ¿Y tú que has hecho? - preguntó mi hermano entre risas.
- No he hecho nada.
-¿Seguro?
- Bueno, la toqué un poco - le contesté.
- ¿Y qué sentiste? - quiso saber
- Pues no sé explicarlo, pero era una sensación agradable-
- ¿Y qué estabas haciendo para que se te pusiese así?
-Ha sido cuando te estaba mirando en la playa. Ya te digo que fue de repente.
- ¿En serio?
-Sí, ¿crees que estoy enfermo? ¿Será algo grave? ¿Me voy a morir?
-¿Enfermo? - preguntó mi hermano extrañado y de nuevo entre risas - No, claro que no, eso le pasa a todos los hombres.
- ¿De verdad? - pregunté aliviado.
-Sí, es algo normal. Es señal de que te estás haciendo mayor.
- ¿A ti también te pasa? - quise saber muerto de la curiosidad.
- A mi también me pasa, tranquilo.
-¿De verdad?
- Sí, ahora por ejemplo estoy empalmado.
- Empalqué...?
- Empalmado, se llama así cuando se te pone grande y gorda, como tú dices.
- ¿Y por qué pasa?
- Pasa cuando te excitas y, como ahora estamos hablando se sexo... - me respondió.
- ¿Me dejas verla? - pregunté.
- ¿Qué dices? ¿Estás loco?
- Por favor...
- Que no, que me da vergüenza - me dijo Ahmed.
- Pero si ya te la he visto esta mañana-
- Ya, pero no es lo mismo.
- ¿Qué más te da? Sólo quiero ver cómo se te pone gorda, porque si la tuya ya lo es cuando no estás empalmado, no quiero ni imaginar...
- Que no, que me da vergüenza.
- Venga, no seas tonto, si de todas formas soy tu hermano . le supliqué temiendo que nunca aceptaría.
- Vale, pero luego te duermes.
- Lo prometo - le contesté.

Mi hermano volvió a encender la lámpara de la mesilla de noche. Mis ojos tuvieron que acostumbrarse a la luz pero no tardaron mucho en hacerlo, probablemente por miedo a perderse lo que allí iba a acontecer. Ahmed se destapó y en su calzoncillo pude ver perfectamente dibujada la forma alargada de su polla. Me incorporé en la cama al ver semejante bulto, y es que nunca pensé que aquello pudiera ser posible.

- ¡Vamos! Déjame verlo - le volví a pedir.
- ¡ Qué coñazo eres! - me respondió.

Ahmed se bajó el calzoncillo y una morcilla gigante salió al aire. Al ver su cabeza, no pude evitar evocar en mi mente la imagen del agujero de su culo, porque ambos eran del mismo tono rosado, como de fresa. El resto de aquella serpiente era oscura, casi negra. Efectivamente, tenía mucho pelo, largo y rizado, y poblaba toda la base de aquel enorme nabo. Unas venas grandes y frondosas lo recorrían de cabo a rabo, y nunca mejor dicho.

- ¡Guau! ¿Eso es estar empalmado? - le pregunté curioso, a la par que admirado-
- Sí.
- ¿Y a mí se me pondrá así de gorda?
- Supongo que sí-
- ¡Es increíble! ¿Y cómo tienes los huevos?
 Cuando me temía que tendría que volver a suplicar, se bajó los calzoncillos hasta las rodillas, dejando aquellas dos pelotas, grandes como dos puños, al descubierto. La piel estaba tensa. Ya no colgaban tanto como por la mañana pero se veían igual de grandes y majestuosas. Eran como los cojones de un toro, señoriales. También estaban cubiertos de pelo y eran bastante oscuros, casi negros

- Yo también estoy empalmado - le dije
- Pues ahora te toca a ti enseñarme  la tuya -  me dijo
- Pero si comparada con la tuya es muy pequeña...

No le di tiempo a contestar, ni corto ni perezoso me bajé la ropa interior.

Mira lo que hago - me dijo Ahmed

Su polla empezó a danzar en el aire, a moverse sola. Era increíble ver ese enorme sable cortar el aire de aquella manera. La podía move como si de otra extremidad más se tratase. Mientras yo seguía obnubilado con aquella maravillosa y fantástica imagen, él la seguía moviendo. Era como la serpiente que se queda hipnotizada con el canto de la flauta, pero en este caso era la serpiente la que con su movimiento me había hipnotizado a mí.

-¿Cómo lo haces? - quise saber.
-Es muy fácil, con la cabeza. Intenta moverla con la mente, como cuando quieres mover un brazo o una pierna. Sólo tienes que concentrarte en la zona que quieres mover - me explicó.

Hice lo que me dijo y, efectivamente, se movió, pero me pareció mucho más interesante ver cómo se movía la suya. Mi rabo, del que tan orgulloso había quedado yo aquella mañana tras la transformación, no era más que un pequeño y diminuto gusanito al lado de aquel monstruo recubierto de pelo y venas. Decidí dejar de mirarme la polla para estar pendiente de aquel pollón, que seguía danzando en el aire, una y otra vez. Era un baile hipnótico, parecía que con su movimiento me llamase.

-  ¿Por qué intentaste tocármela en la playa? - me sorprendió preguntándome mi hermano
- No lo sé, fue un impulso, sentí curiosidad.
- ¿Y la sigues teniendo? - preguntó mi hermano en lo que parecía una insinuación.

Obviamente no respondí, tal vez por miedo a que mi respuesta tuviese una mala acogida, por eso decidí lanzarme directamente. El ambiente era bastante distendido, propicio a que pasasen cosas. Yo me dejaba llevar y parecía que Ahmed también. Siempre he sido más de hechos que de palabras así que sin contestarle le agarré la polla. Casi no podía rodearla con mis manitas de niño, así que tenía que aguantarla con las dos. La sensación de tener agarrado aquel mástil fue inexplicable. Lo sentía palpitar como si tuviese vida propia. No sabía muy bien qué hacer con él, así que Ahmed puso su enorme mano sobre las mías y me fue guiando en el movimiento. Un movimiento lento y pausado de abajo a arriba y de arriba a abajo. Cuando yo paraba, él la agitaba de nuevo y mis manos danzaban subidas a aquel dragón volador. Mientras yo magreaba aquella enorme salchicha, él se llevó las manos a los cojones, empezó a acariciarlos, a jugar con ellos. Los rodeaba con los dedos apresándolos y dejándolos colgando. Los apretaba, les daba pequeños golpecitos... Yo sacaba toda mi curiosidad recorriendo aquella vara con mis manos. En mis dedos podía sentir el relieve de sus enormes venas, algunas eran grotescas. Subía y bajaba y sus huevos la acompañaban en aquel ejercicio. Ahmed suspiraba y gemía suavemente. Su cara estaba como congestionada, su mirada perdida...

- Como sigas así voy a correrme - me confesó
- ¿Qué? - le contesté ignorante.
- ¿Quieres verlo? - me preguntó entre gemidos
- Sí-
- Pues sigue así y no te asustes pase lo que pase ni pares a menos que yo te lo ordene.

Asentí y seguí con mi trabajo. El comentario de mi hermano me dejó algo preocupado porque no sabía qué iba a pasar ahora. Su cara cada vez estaba más congestionada y mis brazos, la verdad, cada vez más cansados, aunque no pensaba quejarme porque estaba disfrutando muchísimo. Sin rechistar, seguí frotando aquella lámpara maravillosa que pronto iba a dejar escapar a un genio del que yo ni tan siquiera había oído hablar. Él seguía frotándose los huevos, recorría todo su cuerpo con sus propias manos. Los calzoncillos en los tobillos, sus ojos desencajados y en blanco, su boca entreabierta dejando escapar gemidos y pequeños grititos de placer que intentaba ahogar mordiéndose el labio inferior de forma libidinosa. Con sus dedos pellizcaba sus pezones, que estaban duros y firmes, su polla se endureció un poco más si cabe y sus huevos se recogieron en su pesada bolsa. Un gemido sordo y se corrió. Un primer chorro blanco y espeso salió despedido del enorme agujero que coronaba su polla. No era tan grande como el del culo, pero era importante. El chorro aterrizó en mi cara. Varios chorros siguieron a aquel primero, aunque con menos fuerza e intensidad. Mi rostro estaba tan cerca de aquel cañón que varios cayeron en las proximidades de mi boca, algunos mojando incluso mis labios. En un primer momento me asusté. Creí que se estaba meando o algo así, pero como entre gemidos me suplicaba una y otra vez que no parase, yo seguí frotando aquel tirador de placer. Un enorme suspiro y todo acabó. Ahmed estaba sudando, cerró los ojos y descansó un segundo. En su cara una pequeña sonrisa de idiota delataba el enorme éxtasis en el que se encontraba-

- ¿Esto es correrse? - le pregunté-
- Correrse es que te salga leche de la polla dándote mucho gusto - me contestó aun con la respiración entrecortada.
- ¿Leche?

Y sin pensármelo dos veces, pasé la lengua por mis labios saboreando aquel elixir blancuzco que me había salpicado.

-Muy bien hermanito, lo has hecho muy bien - me felicitó Ahmed

Me sentí tan orgulloso de haber hecho feliz a esa persona que tanto quería... Me daba igual que él ni siquiera me hubiese acariciado. Él era el importante, al que quería hacer disfrutar y yo era sólo el utensilio para conseguirlo. Me sentí importante, imprescindible, único, me sentí raro, me sentí mal...
No entendía que algo que a él le había gustado tanto y que a mí me había hecho disfrutar de aquella forma hubiese sido desterrado al mundo de los secretos, ya que no me permitió contárselo nunca a nadie. Fue la primera vez que tuve conciencia del pecado. Estaba seguro de que acababa de cometerlo. Cuando alguien te obliga a que algo que te parece maravilloso se convierta en un secreto es porque algo de lo que estás haciendo no está bien. Esa fue mi primera experiencia carnal con otra persona, que llegó antes incluso que conmigo mismo y, aunque Ahmed nunca jamás mostrase el más mínimo interés por tocarme o satisfacerme, no representó obstáculo ni problema alguno para mí que, al desatar la caja de Pandora, me encontraba ávido de vivir nuevas experiencias.

Durante tres días tuve el sabor de la leche de Ahmed en mi boca. Comiera lo que comiera y bebiese lo que bebiese, no había forma de que desapareciese ese maravilloso sabor. Era algo extraño, agridulce e inmensamente penetrante. Esos días me lavé tanto los dientes que hasta mi madre se dio cuenta de que algo me estaba ocurriendo.

'Estoy preparado'

Khaló Alí


Wincest, Marruecos, hermanitos calientes






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